Comportamientos esperados: cómo lograrlo desde RRHH

“La tecnología reinventará los negocios, pero las relaciones humanas seguirán siendo la clave del éxito”.

Stephen Covey

Recientemente visité al director de una gran fábrica de la industria alimenticia. Me estaba consultando sobre una estrategia de comunicación para que sus colaboradores fueran más ordenados. Escuché atentamente todas sus quejas acerca de las estaciones de trabajo sucias, la impuntualidad y la lucha diaria por portar el uniforme con dignidad. Paralelamente eché un vistazo discreto a la oficina del empresario: papeles apilados, un bote lleno de basura y repisas empolvadas en el librero. ¡Vaya reto!
El caso no es extraño, con frecuencia me encuentro ante ejecutivos que necesitan que su gente se comporte de manera “diferente”, sin embargo, no encuentran la forma de comunicárselos y caen en constante frustración.

Y ¿qué es el orden para ti?
A fuerza de experiencia, he encontrado que la mejor manera de comunicar comportamientos esperados, es iniciar aclarando qué significan esos comportamientos para el líder organizacional.

Por lo tanto, le pregunté a mi futuro cliente cómo podría saber si sus colaboradores se estaban comportando ordenadamente y después de pensarlo un poco, hicimos una larga lista de comportamientos específicos que, desde su óptica, significaban “orden”.

Notamos que, en algunos casos, era su interpretación personal de orden y que algunas personas —incluyéndome— podíamos darle un significado diferente. Por ejemplo, en el caso de los uniformes: “portarlos con dignidad” para mi entrevistado era sinónimo de orden, mientras que para mí se vinculaba con sentido de pertenencia a la compañía.

En fin, que caben tantas interpretaciones como personas que analicen los conceptos. Y con ese pequeño ejercicio logramos reducir la lista a comportamientos cada vez más específicos.
Aprendiendo con el ejemplo
Adicionalmente a tener esta lista de “comportamientos esperados”, comenté con el director la importancia de conducirse ordenadamente dentro y fuera de la empresa. ¡Ya no podría darse el lujo de apilar papeles indefinidamente! y era urgente que su oficina tuviera un mantenimiento y limpieza constante.

Estas ligerísimas reflexiones me permiten plantearle, primeramente a los directivos, el reto de adoptar los comportamientos esperados.

Si solamente les damos a los colaboradores la lista de lo que esperamos de ellos y observan que los líderes son los primeros en dejar de cumplirlo, entonces nuestras peticiones se convertirán solamente en buenos deseos.

El cambio es una decisión personal
También resulta fundamental que los empresarios sepan que de ninguna manera podemos generar el cambio en otros. Está comprobadísimo que el cambio es una decisión personal, que solo depende de la voluntad de cada persona y en ese sentido no podemos hacer nada para cambiar el comportamiento de los demás.

Lo que sí podemos hacer es poner las condiciones para invitar a otras personas al cambio. La invitación no debe traducirse en una amenaza de sancionar los incumplimientos, sino más bien en una reflexión hacia la conveniencia de adoptar un comportamiento nuevo.

De lo que se trata es de crear un círculo virtuoso que lleve a los colaboradores a adoptar los comportamientos esperados de manera natural, sin imposiciones, y muy claros de los beneficios que eso les genera a ellos y a la compañía.

Por: Angélica de la Vega Arévalo

Profesional de la Comunicación Corporativa y las Relaciones Públicas

 

 

 

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