El rescate del acuífero, un reto de infraestructura

Conagua,SACM,UNAM

Los acuíferos han sido una fuente de agua sobreexplotada que empieza a pasar facturas, el hundimiento de la Ciudad de México es sólo un ejemplo. El agua subterránea se mueve lentamente, pero se saca a grandes velocidades, es apremiante el desarrollo de infraestructura para recargarlo.

Rubén Chávez Guillen, Gerente de aguas subterráneas de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), habla de los retos de la dependencia frente a este importante recurso: “La tarea más importante es lograr la sustentabilidad en las zonas de acuíferos sobreexplotados, donde a pesar de esta condición tan destructiva sigue incrementando la demanda y se siguen promoviendo desarrollos habitacionales o agrícolas, sin tomar en cuenta si hay agua disponible o no. Se promueven grandes inversiones y hasta que el proyecto ya está anunciado oficialmente, resulta que se ocupan de solicitar el agua que ya no está disponible, entonces ahí hay un conflicto bastante grande”.

El problema se está agravando, por el cambio climático: “El principal efecto, como se sabe, es un incremento de la temperatura, que va acompañado de variaciones en la precipitación pluvial en algunas regiones. Se combinan dos efectos: aumenta la temperatura, entonces hay mayor evaporación, al mismo tiempo disminuye la precipitación (en algunos sitios), eso es a costa de los volúmenes que escurren y se infiltran, es más la que regresa a la atmósfera, lo que significa menor renovación de las fuentes de agua”.

–¿Se puede hacer algo o sólo dependemos de la naturaleza?

–Desde luego que no, la naturaleza se impone pero nosotros tenemos la obligación de aplicar la tecnología disponible para reducir o minimizar estos efectos, para lo cual hay diferentes estrategias: hacer más eficiente el uso del agua, captar más agua de lluvia para meterla al subsuelo antes de que se evapore, reducir los volúmenes que se van al mar, construir presas subterráneas, obras de recarga y todo esto combinado al desarrollo de una mayor renovación de la alimentación de los acuíferos.

–Específicamente, ¿qué están haciendo para recargar el acuífero?

–Está el Sistema de San Luis Río Colorado que es muy importante, es un modelo a seguir en el caso de las obras de recarga con un método superficial. Pero hay otros de menor tamaño que se están aplicando incluso en el Valle de México, por parte del Sistema de Aguas de la Ciudad de México y CONAGUA, que consisten en la creación de depósitos para controlar inundaciones y para propiciar la recarga de los acuíferos.

Estas han sido algunas primeras obras que están sirviendo también como casos piloto, a nivel de experimenta­ción, para ser replicadas en diferentes porciones, tanto en el Valle de México como en otras entidades que tienen este problema.

Desde el punto de vista técnico para hacer un pozo de recarga se requiere:

• Que haya agua disponible para tal fin.

• Que ésta no deteriore la calidad del agua subterránea nativa o que sea factible su tratamiento natural/artificial, es decir, hay una norma que indica el nivel de pureza que debe tener el líquido que se inyectará.

• Que haya áreas disponibles para la construcción de las obras de recarga; este es uno de los grandes retos ya que gran parte de los terreno que podrían ser idóneos ya se encuentran ocupados, a veces de manera irregular.

Son necesarios también estudios exhaustivos, pues como refirió el ingeniero y consultor geohidrólogo, Juan Manuel Lesser, en las Jornadas Técnicas sobre la Recarga del Acuífero del Instituto de Ingeniería de la UNAM, alguna vez se pensó inyectar 10 metros cúbicos por segundo, pero los estudios comprobaron que esto inunda el área. Reconoció que la recarga tiene limitaciones en cuanto al costo y espacios libres para colocar la infraestructura.

El ingeniero Fernando Alonso Avila Luna, Director Ejecutivo de Planeación y Construcción del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACM), en el mismo evento comentó que en el Cerro de la Estrella, hay una planta piloto con capacidad de veinte litros por segundo, en donde el costo por metro cúbico recolectado, tratado y reinyectado al acuífero es de entre ocho y nueve pesos.

Dicha planta, antes de recargar el acuífero, aplica siete procesos de purificación, para así cumplir las especificaciones de pureza del líquido donde incluso puede nadar la trucha arcoíris, una especie muy sensible a los contaminantes. En la actualidad existen 600 sitios propicios para colocar pozos de absorción, de los cuales 135 ya han sido objeto de análisis geológicos.

Hay que destacar que existe una opción más económica, los humedales artificiales, estos sistemas están diseñados para simular la naturaleza de ciénegas e incorporan mecanismos naturales de eliminación de contaminantes como la radiación natural solar, la energía cinética del viento, lluvia y almacenamiento de energía potencial en la biomasa y suelos. Al término del proceso el agua es absorbida por el terreno naturalmente.

Para un programa integral de recarga del acuífero tan sólo en la Ciudad de México se requerirían casi dos mil millones de pesos.

A esto se suma que la distribución de los pozos para sustraer el agua no es la idónea. El Ingeniero Armando Pérez Ricardiz, Director General de la empresa Geohidrología Aplicada, acota: “Hoy en día las leyes en México tienen previsto declarar en veda un acuífero cuando se encuentra sobreexplotado, impidiendo perforar nuevos pozos en el mismo sitio, sólo se permite reponer los que se han dañado”.

El especialista afirma que hoy se tienen diferentes herramientas que ayudan a tener control sobre la explotación de un acuífero, entre ellas la perforación de pozos de observación, que nos permiten monitorear los niveles, así como la calidad del agua.

Por su parte, Rubén Chávez Guillen reconoce: “La distribución de los pozos puede no ser la más adecuada porque hay áreas donde los materiales son mas compresibles y la explotación concentrada provoca efectos más nocivos en la superficie; pero ahí entran los problemas de urbanización, tenencia de la tierra. Si se sacaran los pozos de esa área de alta concentración y se llevaran a la periferia, no habría espacio para ponerlos porque ya son áreas ocupadas que legalmente tienen una propiedad y un uso”.

Armando Pérez Ricardiz expone: “Debido al problema de infiltración de agua que provocan las manchas urbanas es necesario hacer obras que ayuden a la misma, lo cual se consigue captando el agua de lluvia y/o tratando las aguas negras e inyectándolas a los acuíferos, mediante pozos que se perforan con ese fin”.

Al respecto, el funcionario de CONAGUA afirma: “La urbanización tiene un efecto muy drástico sobre el ciclo hidrológico de la cuenca. La impermeabilización de la superficie reduce mucho la infiltración y propicia un escurrimiento más rápido, hace que la salida de agua sea muy grande, pero no de agua limpia”.

–¿No hay materiales alternativos para mitigar eso, por ejemplo otro tipo de pavimentos?

–Sí, aunque su aplicación en gran escala es costosa y difícil por las obras que hay que hacer en una zona tan urbanizada. Efectivamente, hay materiales más porosos, tipos de pavimento, adoquines para los parques que permitieran mayores áreas de infiltración que compensen lo que se pierde por la impermeabilización por el asfalto.

Rubén Chávez Guillen comenta que para esta colosal tarea se ha requerido del apoyo de los consultores: “La CONAGUA se tiene que apoyar en toda esa capacidad instalada, en la academia y en las empresas de consul­toría, porque por sí sola no tiene todo el personal para poder abarcar y atender los problemas en un territorio tan extenso”.

–¿Han encontrado a los especialistas necesarios en México?

–Hemos tenido que apoyarnos en consultores extranjeros sobre todo en algunos temas un poquito menos dominados, por ejemplo, la recarga artificial. En cuanto a número de especialista y a experiencia práctica, aquí hay gente muy calificada que ha participado en proyectos de recarga, en el estudio, pero no tanto en la construcción, en el diseño, en el proyecto ejecutivo, en la operación, todo esto son etapas en las que no tenemos esa práctica. Estos proyectos se realizan desde hace 30 o 40 años en Estados Unidos.

Por último, reconoce que aunque la recarga del acuífero es uno de los grandes pendientes, al ser las aguas subterráneas algo que la población no percibe, no re­sulta lucidor para los funcionarios y por lo tanto no suele estar entre las prioridades.

 

Por Patricio Cortés

 

 

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