El subestimar la complejidad de un proyecto, es quizá la más común de las actitudes de los equipos de trabajo, al prospectar un nuevo proyecto.
Hoy en día, cada vez más empresas y negocios se dan cuenta de que para hacer que sus organizaciones funcionen de manera más ordenada, sean más productivas y eficientes, es necesario realizar inversión en infraestructura de tecnología y software. Hay ocasiones en que un “software de paquetería”, suele ayudar o resolver parcial o totalmente los problemas; sin embargo, hay otras tantas ocasiones en que simplemente no existe una solución que sea lo suficientemente adecuada para los complejos procesos de negocio, prácticas o políticas de la empresa que está pensando realizar la inversión, y este es el preciso instante en que deciden acercarse a una consultora especializada en el desarrollo de proyectos de software.
Enamorarse (y el problema de hacerlo)
Una vez que la empresa-cliente le ha externado a la consultora su intención de contratar el desarrollo de un software a la medida, suelen suceder una serie de reuniones que pueden determinar el destino del proyecto que se está naciendo. En estas reuniones típicamente están involucrados, por un lado, el equipo técnico y de ventas de la consultora y por el otro el equipo de compras, representantes de los futuros usuarios y un “tomador de decisiones” (que puede ser de nivel gerencia o dirección).
Estas reuniones son en una metáfora un tanto aventurada, como el enamoramiento. Dónde además de la toma formal de requerimientos, estudios técnicos, acuerdos de confidencialidad, análisis de riesgos y evaluaciones de control se suele conversar acerca de lo increíble que será el producto final, de lo fácil que será usarlo y de cómo todo va a estar a tiempo y en forma. Todas estas son cosas que es muy agradable escuchar cuando se está a punto de realizar una inversión que puede ser sustanciosa, pero son cosas que también pueden hacer que sea muy fácil distraerse de algunos factores que podrían hacer que el proyecto se torne en un fracaso. Es cuando más se debe estar atento.
La fórmula del éxito
A nivel metodológico, existen diversas aproximaciones que pueden ayudar a que un proyecto de software (o de cualquier tipo) sea un éxito. Desde la perspectiva de la empresa consultora, específicamente en el aspecto de la ingeniería, hay un marco publicado por Terry Quatrani y Jim Palistrant en 2006 al que ellos le llaman “el triángulo del éxito” donde se combinan tres factores: Notación, Procesos y Herramientas.
Cada uno de estos factores tiene una influencia directa en el éxito de un proyecto de software, y es necesario tenerlos todos para que el desarrollo del proyecto sea un éxito: “Se puede aprender la notación, pero si no se conoce cómo usarla (proceso), probablemente fallará. Se puede tener un gran proceso, pero si no se puede comunicar el mismo (notación), probablemente fallará. Por último, si no puede documentar los artefactos de su trabajo (herramienta), probablemente fallará” (Quatrani & Palistrant, 2006).
Aunado a esto, existen tres variables que están presentes en proyectos de cualquier tipo y que siempre es necesario evaluar para determinar cómo se permitirá que influyan en la definición y manejo del mismo. Estas tres variables son: el alcance, el tiempo y el costo. Se debe definir cuál de estas variables va a actuar como restricción, cuál se deberá optimizar y cuál se debe sacrificar.
Por: Luis Romero
CTO & Fundador VeltSoft Systems
Y: Carlos Leal
CEO & Fundador VeltSoft Systems