Lo explicable de los incendios

Cuando sucede un incendio, es motivo de noticia, de interés de la sociedad y surgen expli­caciones, que en muchos casos, resultan difíciles de justificar. El paso de los días, reduce su importancia y se olvida por haber otros eventos de mayor actualidad. Quienes no lo olvidan son los directamente afectados por el incendio, ya sea por daños materiales o inclusi­ve, por pérdida de vidas humanas.

Lo anterior ha sido lo “normal” en la sociedad mexica­na. Siendo las comparaciones odiosas pero necesarias. En Estados Unidos, hay programas por Estado de pre­vención muy concretos, que han reducido consistente y efectivamente los eventos, el número de muertes en cada incendio y de muertes totales por millón de habitantes. En México no contamos con este tipo de estadísticas, ya que no es una preocupación primaria de las autoridades ni de la sociedad. Simplemente acepta­mos que van a suceder y esperamos, por alguna acción, que no podemos explicar, que no vuelva a suceder. La única institución que cuenta con información parcial es la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), que sólo incluye eventos en donde hubo póliza de seguro y reporta que, a nivel nacional, entre 2004 y 2006, el número de eventos de incendio (sin considerar número de muertes), se incrementó en 270%, habien­do estados de la República Mexicana donde superó el 1,000%. Tampoco incluye los forestales y la variación puede también reflejar que haya habido más negocios o inmuebles que hayan adquirido una póliza de este tipo.

México es uno de los países que cuenta con el mayor número de leyes, reglamentos y lineamientos en gene­ral y acerca de la seguridad. Dentro del ámbito de la seguridad, el cumplimiento de trámites oficiales para obtener las licencias de operación de los negocios, en realidad, es un beneficio económico para los fabri­cantes de papel, por el gran volumen que se requiere, pero no necesariamente práctico ni efectivo, ya que una vez cubierto el trámite, queda en el archivo para el siguiente o cuando la autoridad “nos viste”. Si hacemos memoria, en casi todos los casos de evento catastró­fico por incendio, las noticias mencionan que “conta­ban con todos sus permisos y licencias, encontrándose desviaciones en las medidas de seguridad que dieron origen al evento…”. Nadie explica, como es que esta­ba operando dicha instalación, como siguen operando otras con desviaciones similares y lo más delicado, co­nociendo la sociedad de esas desviaciones, en el caso de lugares públicos de entretenimiento, sigue acudien­do sin mayor preocupación, suponiendo que a ellos no les va a pasar, eso les sucede a “otros”.

Tampoco sigue siendo vigente la creencia general de que los incendios únicamente se generan por causa de fallas de las instalaciones eléctricas (aunque no existan), ya que muchos de estos eventos intervienen materiales peligrosos, y sobrevienen por nuestro desconocimiento de cuál es su comportamiento; no tenemos la concien­cia de seguir las recomendaciones de los fabricantes, aunque en ocasiones no son muy específicas, sí ofre­cen información valiosa. Por lo tanto, sin un análisis pro­fesional, nunca se va a actuar para prevenir.

La pregunta que surge necesariamente es ¿qué tipo de evento por incendio necesitamos que se presente en México para que sociedad y autoridades tomemos conciencia de la necesidad de traba­jar en su prevención y actuemos en consecuencia?

Algunas empresas que han sufrido es­te tipo de eventos están actuando y como ellas, es imperativo retomar las buenas prácticas de seguridad, como son las auditorías (análisis de riesgos o cualquier otra denominación, con el mismo espíritu) que a través de un enfoque práctico (uso normal de las instalaciones) en el diseño, la construc­ción pero sobre todo en la operación o empleo, permiten analizar y determinar los riesgos en los cuales se incurre inclu­yendo el almacenamiento y manejo de “materiales peligrosos”.

Como sociedad, debemos actuar proactivamente en nuestro ámbito; cambiar la filosofía de cumplir con la normatividad estrictamente necesaria para obtener los permisos requeridos, incorporando los conceptos de pre­vención de seguridad, desde el diseño, la construcción y el más crítico, en la operación de las instalaciones, donde igualmente se hacen cambios sin ver los efectos negativos que esto tiene en el “diseño” y la “prevención de seguri­dad”, como pueden ser sobrecarga a circuitos eléctricos (uso de “extensiones” portátiles, duplicar contactos o lám­paras, etc.), cambiar condiciones de operación; manejo y almacenamiento inadecuado de “materiales peligrosos” (mencionado anteriormente), actividades que no deben hacerse en ciertas áreas, etc. Rara vez, el propietario o res­ponsable se ocupa de revisar sistemáticamente si las ins­talaciones operan dentro de las condiciones de seguridad requeridas, hasta que sucede lo que pudo evitarse.

¿Qué debemos hacer como ciudadanos, por nosotros mismos? Asesorarnos con profesionales en el tema de Prevención de Seguridad (cualquier nombre con el que el usuario esté familiarizado, pero con el mismo espíritu), con énfasis en incendios, que ayuden a revisar la operación segura (uso cotidiano, cuando es posible desde el diseño) de nuestras instalaciones industriales, comerciales o habita­cionales y al mismo tiempo, exigirle a nuestras autoridades, que las autorizaciones de operación no sólo sea un “trámite administrativo”, que termina en papeles y que cuente con especialistas que asesoren a los ciudadanos en las medi­das efectivas de prevención y si es el caso, capacitación en el tema; que ejerzan su responsabilidad efectivamen­te en el caso de desviaciones en industrias, negocios e inmuebles en general, antes de tener que hacerlo por los efectos negativos de un evento catastrófico, lo que le re­querirá contar con personal calificado para llevar a cabo estas acciones y desde luego, que prediquen con el ejem­plo al contar con instalaciones seguras, en otras palabras, que apliquen recursos para el cumplimiento de una de sus responsabilidades básicas: salvaguardar el bienestar de los ciudadanos.

Los incendios siempre tienen una causa y un origen que se pueden explicar; pero lo más importante, se pueden pre­venir. Es tiempo de elegir entre evitar (y salvaguardar bienes vidas, que pueden ser las nuestras, de nuestros familiares y colaboradores) o esperar la explicación.

Existen consultores acreditados por colegios de profesionistas; únicos autorizados en México para dar la categoría de Perito, como el Colegio de Ingenieros Mecánicos y Electricistas, A. C. (Comité Nacional de Peritos en Prevención e Investigación de Incendios), quienes validan su conocimiento en el te­ma, porque participan en el proceso de “Investigación de Incendios”, el cual, a su vez es un insumo y experiencia práctica invaluable para analizar y determinar situaciones que dan origen a los mismos y son tomados en cuenta en el estudio de prevención. Están a disposición de la socie­dad mexicana, para apoyarla y auxiliarla en el proceso de adquirir conciencia de prevención en seguridad, convirtién­dola en parte de nuestra cultura.

Por: Enrique Rodríguez Nolasco*, Director General en Grupo ADYPRO S.A. de C.V.

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