“Edificación sustentada en piedra, y construcción más importante de la zona de Tenochtitlán que representaba el centro del universo.”
Manuel Gamio, considerado el padre de la arqueología en México, descubrió en 1914 los vestigios del Templo Mayor. Gamio a través de su dedicación, heredó enseñanza e investigaciones para todos aquellos estudiosos del ramo.
El Templo Mayor es una de las construcciones más antiguas que todavía se pueden apreciar dentro de nuestra ciudad, y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987. A la fecha, este recinto deja un innegable legado de historia, cultura y tradición de nuestros antepasados.
Antecedentes
Esta gran edificación sustentada en piedra era una de las construcciones más importantes pertenecientes a la zona de Tenochtitlán. Los mexicas acudían al recinto para llevar a cabo rituales y adorar a sus deidades como Huitzilopochtli, el dios solar de la guerra y Tláloc, el dios de la lluvia. Asimismo, su ubicación geográfica era de suma relevancia para los habitantes de la antigua Tenochtitlán, ya que para ellos representaba el centro del universo.
Este recinto sagrado era una gran plaza de forma cuadrada y se encontraba separado del resto de la ciudad por una plataforma con escalinatas hacia ambos lados, de éste partían calzadas que comunicaban con la tierra firme. Los únicos que tenían acceso permanente a este espacio eran los sacerdotes, los guerreros, gobernantes y estudiantes del Calmécac (escuela donde estudiaban los hijos de gobernantes mexicas).
“100 Años del Templo Mayor. Historia de un descubrimiento”, es una muestra ubicada en las inmediaciones de este recinto, la cual se lleva a cabo con la finalidad de conmemorar el centenario de su hallazgo, y a su vez rendir homenaje al arqueólogo mexicano.
Por: Alejandra Cervantes Neri Si desea conocer el texto completo busque nuestra edición de Marzo en todos los Sanborns del país.