“La importancia de la normatividad reside cuando las organizaciones deciden elevar su competitividad dentro del difícil juego de la permanencia en el mercado y el éxito sostenido.”
Existe una historia muy antigua que se remonta a la época de la antigua Babilonia. Hammurabi, el famoso rey cuyo Código lleva su nombre, estableció dentro del mismo cinco reglas para asegurar la calidad el comercio de la vivienda. Si un constructor construía por encargo una casa que se derrumbaba matando al propietario, el constructor pagaba con su vida. Si moría un hijo del propietario, pagaba con la vida de un hijo. Si moría un esclavo, pagaba con uno de igual valor; si causaba daños a propiedades vecinas, tenía que repararlos a su costo; si por no cumplir con las especificaciones se derrumbaba una pared, debía reconstruirla y reforzarla.
Sirva este ejemplo extremo que nos llega desde la antigüedad y de donde se rescatan otros más de civilizaciones, cuyo legado ha perdurado hasta nuestros días como un hecho ya comprobado: las normas han servido para armonizar las relaciones entre la producción y el consumo.
Normalización como apoyo fundamental
La normalización, actividad fundamental en el desarrollo de la civilización, ha sido un apoyo fundamental para lograr la transición de la era industrial a la de la información; en sus ámbitos internacional, nacional, sectorial, entre otros, ha facilitado el comercio y consecuentemente el desarrollo económico. La velocidad con la que la información, productos, servicios y recursos dan la vuelta al planeta día con día ha reducido las distancias, y consecuentemente, ha vuelto un factor clave de éxito el logro de la competitividad para las organizaciones. Podemos definir a la competitividad como: La capacidad de un país para atraer y retener inversiones; y de sus empresas, para satisfacer las necesidades del mercado interno y acceder a los externos. Para que una empresa pueda obtener y mantener ventajas competitivas, se logra mediante la integración en los eslabones de las cadenas productivas y ofrecer bienes y servicios que cumplan con las normas que les apliquen. En la actualidad resulta imposible negar la influencia de factores externos en el desempeño y consecución de los objetivos de una organización. Una economía globalizada exige que la competitividad se mida contra todos los jugadores relevantes.