(O la historia de lo que no debes hacer)
Todos de una forma u otra estamos en relación directa con las organizaciones, trabajamos en una, nos toca dirigir alguna o nos toca estar cerca de otra, forman parte de nuestra vida cotidiana y como una aspiración, buscamos crear una, para estar en la parte más alta de la jerarquía de la misma. Como todo organismo vivo, las organizaciones se moldean en función de las relaciones que desarrollan sus integrantes, así, esto es lo que marca la “esencia” de cada una, lo que les da ese toque, sobre todo, lo que las hace diferente a las demás.
El trabajo más difícil quizás no sea hacerlo en una de estas organizaciones, sino hacerse cargo de una (entiéndase como el trabajo que desarrolla un director, administrador o cualquiera de sus sinónimos), hacer que esta se vuelva productiva, exitosa y que venda mucho. Claro, esos son los indicadores que buscamos incrementar con el trabajo coordinado de todas las personas que integran la misma y termina convirtiéndose en un objetivo, a veces no solo profesional, sino de vida.
Pero a nadie se le enseña cómo ser un buen “administrador” o “director”, son esas cosas que no te enseñan en la escuela, en una conferencia o bien, escuchando consejos de los demás. Estas son cosas que aprendes en la vida, en el trabajo diario y en ejercer la función más noble que se encuentra dentro del vocabulario empresarial: “dirigir”. Todos los días estamos en la búsqueda del consejo que nos ayude a mejorar nuestra organización: buscamos el curso de ventas que sea efectivo, el video en redes sociales que tenga un mensaje de impacto, un libro con un conjunto de consejos para mejorar tu empresa, asistimos a conferencias donde esperamos escuchar del speaker la clave de cómo hacer crecer a nuestra organización, igual que los casos que presentan en la plática o en el mejor de los casos, contratamos a algún “consultor” que nos ayude con su perspectiva externa a descubrir los problemas que tenemos y después de una búsqueda frenética por encontrar “la verdad” empresarial, descubrimos que tenemos un montón de material para analizar y profundizar y después de esto, encontrar la manera de aplicarlo a nuestra vida cotidiana.
¿Y dónde está esa verdad?
El mundo de los negocios y sus alrededores está lleno de una serie de explicaciones sobre cómo hacer mejores empresas, pero algo que siempre he destacado en esto es donde encontrar el lado b de estos consejos, de estos manuales, en lugar de que nos digan lo que debemos hacer, deberíamos enfocarnos en qué es lo que no debemos hacer. Si comenzamos con una explicación clara para el futuro empresario sobre qué cosas debe cuidar y evitar en su paso por la dirección de una empresa y de sus integrantes, le ganaremos tiempo para poder aprender lo que sí debe hacer e irlo aplicando.
Cada vez más vemos ejemplos donde futuros empresarios, dueños de empresa, con formación en escuelas algunas de mayor o menor calidad en función de su nombre, con títulos bonitos y una trayectoria promisoria, que parecía que contaban con el bagaje necesario para dirigir una empresa, y en menos de lo que nos imaginamos la llevó a una situación crítica y la promesa se convirtió en una triste realidad.
¿Pero qué fue lo que paso? ¿Dónde se perdió todo lo que parecía la promesa de crear una empresa “diferente” a las demás? Analicemos esto desde la perspectiva de lo que un consultor con sombrero negro puesto (de acuerdo Edward de Bono) debería trabajar con una empresa y explicarle “que es lo que debe hacer” si quiere hundir su empresa, y de ahí, partir con la moraleja necesaria para que entienda lo que requiere para que su empresa funcione en el mercado.
Por:Aldro Alvarez Cruz, Socio Fundador de A&R Management.