Al parecer, la pandemia por Covid-19 llegó para quedarse, al menos este año y el siguiente, afectando la salud integral y emocional de las personas; pero aún más en las que sufren hipoacusia.
A pesar de que el uso de cubrebocas ha sido una de las medidas preventivas con gran efectividad para evitar el contagio, no podemos dejar de pensar en lo difícil que resulta, a veces, escuchar lo que nos están diciendo, y eso asumiendo que nuestro oído funciona al 100%. Ahora imaginemos este mismo escenario en personas que son sordas, y que su vía de comunicación es la lectura de labios, ¿qué representa para ellas la limitante del cubrebocas que no se puede dejar de utilizar porque va la vida de por medio?
En mi trayectoria profesional en el campo de la audición, me ha tocado presenciar muchos de los desafíos que conlleva la vida diaria a las personas con pérdida auditiva y sordera total. Si bien es cierto que no todas las personas con discapacidad auditiva dependen de la lectura de labios, hay muchas que sí, y esta es su manera principal de comunicarse en la sociedad, es el medio que los une con su familia, amistades y actividades.
Desafíos de la hipoacusia Entonces aquí se presenta un problema, ¿cómo lidiar con el no poder ver los labios cuando se va a un restaurante y queremos pedir una bebida? ¿O a la tienda? ¿O no saber cuánto se tiene que pagar por un servicio si no podemos leer los labios de la cajera o del dependiente?
Es un hecho, la pandemia no ha sido fácil para nadie, pero ha sido mucho más complicada para las personas que no tienen el privilegio de tener buena audición. Observar los gestos, movimientos corporales, o señas con las manos de la gente, ha sido una manera de complementar el mensaje qué nos están diciendo; pero al final, es adivinar y no se tiene la certeza de que lo que se está entendiendo sea lo correcto.
De acuerdo con los especialistas, los sordos (personas con nula audición) se valen del lenguaje de señas, lectura corporal y labial para comunicarse. Es aquí donde el cubrebocas es una barrera que salva vidas, pero aísla y frustra a las personas.
Por: Alejandro Valdez
Director de Starkey México