“Ser poderoso es como ser mujer. Si le tienes que decir a la gente que lo eres, entonces no lo eres”.
Margaret Thatcher, Primera Ministra de Reino Unido.
La historia de la humanidad desde sus inicios se ha caracterizado por un patriarcado, lo cual se ha visto marcado en las culturas, civilizaciones y organizaciones; lo que ha implicado que se haya generado una estructura social y cultural asentada en el predominio de una parte de la población por el género; consolidando la concepción de las personas y de su función en la sociedad. Se ha especulado mucho en relación a que si existe realmente diferencia entre el papel femenino y el masculino dentro de las organizaciones; hasta ahora, las respuestas parecen indicar que las ejecutivas y sus homólogos del género masculino sí presentan diferentes formas de dirigir, de planear y de organizar. Estas diferencias pueden
deberse en cierta medida a las habilidades y actitudes que las mujeres aprendieron en su proceso de socialización como mujeres.
Las diferencias de género
A las mujeres podemos considéralas agentes de cambio, es decir, buscan llevar el intercambio de intereses individuales por los del grupo, con la finalidad de lograr objetivos más amplios. Aunado a esto debemos considerar sus características personales como el carisma, sus habilidades de interacción, el trabajo arduo, su meticulosidad, entre otros. Los hombres por el contrario, podemos considerarlos como agentes de transacción, es decir, ven su trabajo como una serie de transacciones basadas en el intercambio de retribuciones por servicios prestados o castigos por un desempeño inadecuado. Además que en ocasiones suelen utilizar de manera más frecuente el poder y la autoridad formal que proviene de su posición dentro de la organización. Hoy en día podemos considerar a las organizaciones sistemas complejos y turbulentos que están sometidas a un constante cambio, lo que se refleja en la diversidad de los estilos de dirección y planeación que aportan nuevos valores que contribuyen al desarrollo empresarial y mejorar la competitividad laboral. Como parte de esta adaptación al cambio podemos contar con diversas herramientas que le permiten alcanzar sus objetivos.