Partamos de la siguiente reflexión, vivimos tiempos acelerados, no podemos permanecer en lo que conocimos, hicimos y sabemos hacer, durante años vivimos momentos de gloria con mérito y satisfacción; ahora se nos presenta el momento de reinvención, y esto surge por distintas situaciones: retiro voluntario, forzado, jubilación, búsqueda de otra actividad, y todos los escenarios posibles que se nos ocurran.
¡Pero, ya tengo más de 40 años!, surgen dificultades para reengancharme al mundo laboral, los jóvenes son muy competentes, están a la vanguardia con la tecnología globalizada, las redes nos abruman con su dinámica, algunos tienen nietos, y es impresionante como ellos se desenvuelven e interpretan los avances en la era digital, sus análisis de los negocios, las oportunidades que perciben.
¿Cómo puedo ser un Emprendedor Senior?
Si algo podemos aportar en un proyecto de emprendimiento es nuestra experiencia, trayectoria laboral (profesional u oficio), conocemos los avances del mundo, orígenes, causas y consecuencias, y aunque las nuevas generaciones sean muy diestras con la tecnología, nuestra rutina no la conocen, necesitan de nosotros y nosotros necesitamos de ellos, -surge la sinergia generacional para iniciar el nuevo negocio-.
Ciertamente cuando emprendemos, debemos seguir las pautas acostumbradas en el desarrollo de cualquier proyecto, la idea, la búsqueda de recursos (materiales, talento, físicos, económicos, tecnológicos), redactar el documento que plasma todo el proyecto, estos no han cambiado, al contrario, han mejorado y ahora son más simplificados y ágiles.
Al compartir nuestras aptitudes estamos generando valor, perfilando un negocio que combina experiencia e innovación, sustentabilidad, vigencia que nos inspirará para construir nuestro nuevo ciclo vital laboral en armonía con los nuevos valores y las nuevas competencias necesarias.
La madurez nos exige ir contra reloj, ir al grano y asumir los riesgos justos, apasionarnos por un proyecto donde predomina la razón más que el corazón, aprovechar la experiencia acumulada nos da la opción de prever errores, la experiencia nos da más paciencia, la edad nos compromete en cada arranque.
Ser persona mayor tiene además sus ventajas, mitigamos el miedo, la pereza, la falta de tiempo, apoyo y reconocimientos que otros demandan. La juventud, por el contrario, vive más apresurada y ávida de conocimientos, novedades, donde la equivocación está presente sin poder vislumbrarse, todo ello forma parte de la esencia emprendedora.
El emprendimiento requiere entonces de: innovación, persistencia, ambición, planificación, percepción, paciencia, medición, entre otra cantidad de elementos no menos importantes y apropiados para cada caso.
Por: Jesús Enrique Barrios Álvarez
Director Internacional de Competencia Gerencial, Capítulo Venezuela
Consultor de empresas