“Los consumidores comenzaron a orientar su compra hacia marcas que hacen bien al mundo o apoyan a organizaciones.”
Cada vez son más los estudios que afirman que el consumidor opta por productos y servicios de empresas ligados al apoyo de una causa. Al mismo tiempo y aunque parezca contradictorio, se desgasta el ánimo con que la gente percibe esas contribuciones. anterior. Sólo 28% de los consumidores en el mundo considera que las empresas contribuyen a resolver los retos sociales y ambientales; mientras que 64% cree que la mayoría de las organizaciones son o se dicen “responsables” sólo por cuestión de imagen. El informe global Meaningful Brands es revelador con otro dato; 57% de los consumidores globales coincide en que son ellos quienes tienen el poder para cambiar el comportamiento de las empresas. Todo esto se enmarca en lo que Max Lenderman ha llamado la “fatiga de la causa”. Este “thinker”, como él mismo se describe, opina que las personas responden más al propósito que a la causa, incluso de manera inconsciente.
¿Cuál es la diferencia entre las empresas con causa y las empresas con propósito?
La causa es, para acabar pronto, la gran oportunidad que ven los publicistas para vendernos más. A esto llegamos porque los consumidores comenzaron a orientar su compra hacia marcas que hacen bien al mundo o apoyan a organizaciones; pero el oportunismo mercadológico terminó por crear desconfianza, cuando no hartazgo, entre justamente los consumidores que cambiaron sus hábitos de compra.