
De acuerdo con el Fondo Mundial por la Naturaleza, los recursos naturales necesarios para todo 2023 se han agotado en solo siete meses y el mundo ha entrado en números rojos. Por ello, nuestro rol en la agenda socioambiental ha tomado un papel protagónico a nivel internacional, es imperante tomar acción inmediata para crear nuevas formas de colaborar y hacer negocios en un panorama global complicado.
El crecimiento ante esta preocupación ambiental impulsa la creación y popularización de nuevos modelos de negocio y economía verde como sistema monetario que guíe las actividades de las sociedades en LATAM.
De acuerdo con la Secretaría de Hacienda, tan sólo en México, 60% del presupuesto está relacionado o tiene la finalidad de contribuir a los ODS, buscando con ello el desarrollo de una economía ambiental y socialmente sostenible, así como de un crecimiento rentable. Frente a esta reestructuración e impulso en el sistema, mi pregunta es ¿realmente están listas las empresas y el gobierno para una economía verde?
Nuevas tendencias Hemos observado que el país vive un periodo de transición ante la adopción de nuevas tendencias, enfoques, prácticas y políticas; si bien es cierto que México es uno de los lugares con mayor marco legislativo a nivel mundial, la inconsistencia en su aplicación o cumplimiento a la regulación, así como la falta de medición y estándares homogéneos ha causado carencias en los resultados en temas ambientales.
Esto está cambiando y en los últimos años el país ha comenzado a prestar mayor atención a las acciones que se deben impulsar para lograr un Desarrollo Sostenible. Teniendo como ejemplo la reciente
Taxonomía de Sostenibilidad y la aprobación de la Ley de Economía Circular para la CDMX. Nuestro país está dentro de las 20 regiones a nivel mundial que ha aplicado impuestos relacionados a la sostenibilidad, específicamente sobre los recursos naturales, las emisiones o te[1]mas ambientales como herramienta para la preservación, pero también como una manera de cumplir con las regulaciones internacionales, atender a las generaciones de jóvenes interesados en entornos con enfoque verde, a la sociedad civil y a los organismos más críticos respecto al impacto de la labor empresarial, la entrada de nueva inversión extranjera, así como mayores exigencias por parte del sector financiero, el cual demanda empresas con una gestión ASG.
Estos factores, si bien son necesarios para la operación de las empresas, como empresarios y líderes debemos recordar que esta transformación no debe ser diseñada solo para cumplir con las expectativas financieras o cuotas de ventas de ciertos organismos, sino que debe entenderse a la sostenibilidad como parte fundamental para la permanencia de las empresas.

Por: Adriana Pulido
Fundadora y CEO de ILUNKA, Estrategia Sustentable y especialista en sostenibilidad y gestión de riesgos ASG, Ambiental, Social y de Gobierno Corporativo.