Durante los últimos 20 años, el desempeño no financiero de las compañías ha cobrado cada vez mayor relevancia para el mercado inversionista. El año pasado, una encuesta realizada por la consultoría EY reveló que el 98% de los inversionistas evalúan rigurosamente las acciones sociales, ambientales y de gobernanza (o ESG, por sus siglas en inglés) de las organizaciones antes de decidir aportar su capital, por lo que no es de sorprender que el reporteo ESG sea una tendencia al alza para este 2022, incluso para las empresas más jóvenes y de dimensiones moderadas. Lo que sí resulta sorprendente es que esta misma encuesta descubrió que 91% de los participantes se sienten insatisfechos con la calidad de la información no financiera que reciben, lo que como consultores nos lleva a preguntarnos
¿qué y cómo debemos reportar sobre estos temas?
Lo primero que debemos hacer para responder a esta pregunta es comprender a qué se refiere el reporteo ESG (o ASG, en español). Comúnmente utilizamos ESG en el ámbito corporativo para referirnos a una serie de temas ambientales, sociales y de gobernanza que pueden impactar en la habilidad de una compañía para llevar a cabo su estrategia de negocio y generar valor en el largo plazo. Estos factores ESG a veces son llamados también factores no financieros, aunque la manera en la que son abordados por una empresa, sin duda tiene consecuencias financieras.
Por ello, el manejo efectivo de los problemas en sostenibilidad del negocio ayuda a las compañías a entender y mejorar su desempeño operacional, a tener una gestión de recursos adecuada y a responder con prontitud en un entorno cambiante, como el que nos ha dejado la pandemia por Covid-19.