Han sido muchas las personas que durante la pandemia por COVID-19 se encontraron dentro de una situación de desempleo en nuestro país. La principal cusa de desempleo fueron los recortes de personal que las empresas se vieron obligadas a hacer en plena crisis, sin mencionar la capacitación para el uso de nuevas tecnologías digitales que no todas las empresas brindaron a sus trabajadores.
Uno de los factores que influyó en la baja de personal fue la edad, parecía ser más factible capacitar a los más jóvenes bajo la creencia de que las personas mayores no comprenden de tecnología. Mientras que otro factor fue el sexo, se consideraban los cuidados que debían cubrir las trabajadoras en sus hogares a la par del trabajo remoto y lo complicado que esto podía llegar a ser.
Frente a esta situación los desempleados tuvieron que buscar otras oportunidades en especial aquellos pertenecientes a familias monoparentales pues no tenían otra opción. Una de las estrategias más fructíferas durante esta crisis fue el emprendimiento. Debemos tener presente que desde hace muchos años el emprendimiento es una práctica común entre este sector femenino de la población.
Formar parte de empresas que se dedican al comercio, ha brindado a las mujeres y hombres mexicanos la oportunidad de obtener ingresos a la par de la continuidad de sus respectivos trabajos y las labores no remuneradas de sus hogares. La cultura de emprendimiento de los mexicanos forma parte de la resiliencia económica de nuestro país.
Sin embargo, aún no es claro el interés de estos emprendedores y emprendedoras para la profesionalización dentro de estas empresas y sin duda se debe de considerar para disfrutar de más y mejores beneficios de estas.