La Cultura que nos Inventa

Se nutre de nosotros, de todo lo que nos conforma, nos inventa y en cierta forma delimita nuestro destino.

A lo largo de la última década, los teóricos de Recursos Humanos han acuñado un sin fin de definiciones de un mismo fenómeno: La Cultura Organizacional. Considero que la más concreta y precisa forma de hacer referencia a esta, es la que me fue compartida por Elías Said hace más de 7 años el día que nos conocimos: “Es la forma única en que las compañías hacen las cosas”, pero ¿en dónde aprendieron los dueños y colaboradores de las organizaciones a hacer las cosas? En mi caso, debo referirme a la historia de mis padres, ambos Contadores, quienes dedicaron su juventud y edad adulta al trabajo arduo, como “antes se hacían las cosas”, dedicando largas jornadas y entregando todo aún a costa de ciertos sacrificios.

Mi madre colaboró por más de 50 años para la misma corporación, que en sus inicios se conformaba tan sólo de tres personas: Don Jorge, un impresor y ella. Tiempo después llegaron a ser más de 5 mil colaboradores. Ella fue testigo del crecimiento de la compañía, hoy a sus casi 80 años recuerda con emoción la compra de la primer imprenta y la llegada de las calculadoras con panel solar, pero más que nada la visita de Bill Gates a una de sus plantas donde se ensamblaba la primera línea de computadoras 100% mexicanas.

Don Jorge transmitió a su empresa y colaboradores la importancia de buscar mantenerse siempre a la vanguardia, innovar en productos y servicios, pero más que nada, el no temer a las crisis y confiar en el trabajo bien hecho. Todo fue puesto a prueba de manera frontal durante los meses que permaneció secuestrado. Recuerdo de esos días ver a mi madre llorar, pero más que nada, recuerdo haberla visto seguir trabajando, y a toda la empresa, hasta que todo se resolvió, fue muestra de una resiliencia cultural sin precedentes.

Mi padre por su parte, antes de constituir su despacho, colaboró para diversas empresas, pero sin duda, una fue la que marcó su carrera, y un hombre quien dejó profunda huella en su forma de ver el mundo laboral. Durante los años que colaboró como Director de Administración y Finanzas en aquel Grupo Radiofónico, aprendió de Don Pancho que lo más importante era la Gente y que siempre había forma de innovar y cuidar las fuentes de empleo: “Automatiza cuanto quieras, mete las computadoras, pero a mi gente no la dejes sin empleo”, fue la instrucción que de Don Pancho recibió cuando le fue autorizado comprar los primeros equipos de computo que llevarían al grupo a la vanguardia en sonido y calidad de emisión.

Durante su gestión, mi Padre fue testigo de la modernización de la industria, de un sin fin de innovaciones y cambios en las tendencias que obligaron a reformular los modelos de negocio, pero más que nada, el crecimiento de la Televisión y el paso a segundo término de la radio. A la muerte de Don Pancho nada fue igual en aquellos pasillos y cabinas, poco o nada quedó de su legado, los cuadros con su foto fueron retirados y la nueva administración barrió con todo lo creado.

Cultura Organizacional

En mi caso tuve la fortuna de colaborar por más de cinco años con Don Gustavo, quien después de haber sido un alto funcionario en el IMSS, dedicó su último par de décadas a lo que lo apasionó durante toda su vida: los restaurantes. Ingresé al Grupo cuando aún contaban con menos 100 colaboradores y apenas un puñado de restaurantes. A mis 22 años, con Título Universitario y Maestría en Procesos, pasé los primeros 30 días de mi carrera laboral trabajando como auxiliar general, cocinero, parrillero o cajero en el restaurante ubicado en la zona de comida rápida de un conocido centro comercial ubicado al sur de la CDMX, cuando pregunté la razón, Don Gustavo me explicó que la mejor forma de administrar un negocio es conocer las entrañas del mismo, años después cuando asumí la Gerencia de Recursos Humanos comprendí el valor de aquellas quemaduras y calambres en las piernas, derivado de estar de pie por más de 10 horas.

Pero, ¿Qué tiene que ver todo esto con la Cultura Organizacional? Sencillo. Si alguien se llama a sí mismo “Experto en DO” y no conoce la raíz de sus paradigmas culturales, laborales, familiares y la manera en que ellos afectan su forma de ver a las empresas que apoya, no podrá más que recetar remedios genéricos para sus clientes.

La Cultura Organizacional va más allá de rituales, valores, una visión y misión perfectamente redactadas, ella se nutre de nosotros, de todo lo que nos conforma, nos inventa y en cierta forma delimita nuestro destino.

Vivimos inmersos en una época donde nada es atemporal y poco tiene sentido si no está en aparente vanguardia o va en contra de las tradiciones.
Actualmente, quienes nos dedicamos a apoyar a otros a mejorar sus operaciones o crear Culturas Trascendentes, debemos tener en cuenta tres elementos fundamentales:

1. Generación que Educó a Nuestros Clientes (Origen).

2. Generación que los Enseñó a Trabajar (Materia).

3. Generación o Cultura a la que se Pertenece (Tiempo).

Tiempo (Origen/Materia)
Esta sencilla ecuación clarifica la manera en que actualmente conviven dentro de las organizaciones hasta cuatro generaciones simultáneamente, y cómo cada una aporta de manera trascendental para la creación de la Cultura, comprendiendo que ésta se compone de al menos seis factores básicos: Visión, Valores, Prácticas, Gente, Narrativa, y Lugar.

 

Por: COO Rafael Romero Cortés

Key People Engagement, KPE

 

 

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