¿Te has detenido a pensar que, en un abrir y cerrar de ojos, todos los años de trabajo, dedicación y pasión invertidos en tu Pyme podrían desaparecer por no darle la importancia debida a la ciberseguridad? ¿Vale la pena arriesgar el legado de tu empresa y la confianza de tus clientes, descuidando una amenaza que crece día a día?
Vivimos en un mundo en el que la información fluye más rápido que nunca y donde tanto gigantes corporativos como Pymes se encuentran enmarañados en la misma red de vulnerabilidades. Pero aquí se asoma una verdad incómoda: mientras las grandes empresas pueden tener los recursos para montar defensas robustas, las Pymes enfrentan un doble desafío.
No sólo son objetivo de ciberdelincuentes, sino que a menudo cuentan con menos re[1]cursos para defenderse.
Las ciberamenazas ya no son solo problemas de “tecnología”; afectan la base misma de nuestra economía y tejido empresarial. Las Pymes que minimizan la ciberseguridad, tratándola como un costo secundario, están jugando con fuego.
El tamaño si importa
A menudo, las Pymes operan bajo la falsa creencia de que su tamaño las excluye del radar de los ciberdelincuentes, asumiendo que estos criminales sólo tienen interés en las grandes corporaciones. Sin embargo, esta es una aseveración peligrosa que necesita ser desmitificada.
En realidad, las Pymes se convierten, frecuentemente, en blancos atractivos precisamente porque suelen tener controles de ciberseguridad menos robustos y no siempre cuentan con los recursos o el personal dedicado.
Para un ciberdelincuente, una Pyme puede representar una entrada más fácil, menos riesgosa y aún lucrativa, ya sea para obtener datos valiosos, para servir como trampolín hacia objetivos más grandes, o simplemente para solicitar rescates a través de ransomware. Ningún negocio es demasiado pequeño para ser atacado.
Las Pymes enfrentan múltiples ciberamenazas. Desde ataques de phishing, que buscan engañar a los empleados para que revelen información sensible, hasta ransomware, que cifra valiosos datos y demanda un rescate, pasando por ataques DDoS que pueden paralizar sus operaciones en línea. Sin embargo, muchas veces, estos ataques comienzan con un pequeño descuido. Como decía Benjamin Franklin: “Por falta de un clavo se perdió la herradura…”
Por: Juan Pablo Carsi
Socio Director en Capa 8, miembro del Comité de ciberseguridad del NYCE, coautor de la norma NMX-I-319 Escuelas responsables en el uso de internet.