
En un mundo en crisis, las empresas deben acelerar sus esfuerzos para ser más sostenibles y resilientes ante los retos que se avecinan. Y no me refiero solo a las crisis humanitarias: económica, política y social, sino a la crisis climática, traducida en la pérdida de biodiversidad -y su consecuente menor disponibilidad de recursos elementales como el agua-, cambio climático y contaminación.
La alarma se encendió hace años, en el 2011, cuan do por primera vez en el Informe de Riesgos Globales (Global Risk Report), elaborado por el Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF), entre los cinco principales riesgos en términos de ‘probabilidad’, cuatro correspondieron a temas ambientales (tormentas y ciclones, inundaciones, pérdida de biodiversidad y cambio climático).
Desde entonces, la alarma suena sin descanso, el mapa de riesgos se ha pintado poco a poco de verde y, partir del 2022, las categorías cambiaron a riesgos de corto y largo plazo, es decir, con ocurrencia a dos y diez años. Basados en una encuesta global realizada a poco más de mil 500 líderes globales del ámbito académico, empresarial, gobierno, comunidad internacional, sociedad civil y expertos en temas específicos, los resultados no dan tregua: el mundo debe acelerar sus esfuerzos para cuidar de la naturaleza porque de ella dependemos todas las especies, entre ellas, la humana.
Los ejemplos del impacto de la crisis climática ya empiezan a ser numerosos. Incremento en las interrupciones en el suministro de energía, escasez de materia prima para una diversidad de sectores, pérdida de cosechas, daños a la infraestructura por huracanes cada vez más intensos, cortes a las cadenas de suministros por inundaciones, incendios, entre otros.
En este sentido, las empresas deben acelerar sus responsabilidades ambientales si es que quieren seguir siendo competitivas, y para ello existen los criterios ESG (Environmental, Social and Governance, ASG en español) que se refieren a los factores que se deben tomar en cuenta a la hora de invertir en una empresa.
Para apoyar a las empresas a avanzar en estos indicadores, en el 2020 nació el S&P/BMV Total Mexico ESG Index, el cual está diseña do para medir el desempeño de las compañías que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores y que cumplen con los criterios ESG. Se excluyen de este índice ciertas actividades comerciales como tabaco, armas controvertidas y carbón térmico. Poco después nació la versión S&P 500 ESG, que mide el rendimiento de valores que cumplen determinados criterios ESG.

Por: Mtra. Edith González Cruz
Consultora Ambiental