Es común pensar que cuando alguien llega a un puesto en el que, en lugar de recibir indicaciones, las comienza a dar, entonces todo está resuelto y no hay más por qué preocuparse. Sin embargo, la realidad es muy distinta si se busca tener resultados y alcanzar metas y objetivos.
El éxito de un líder no sólo debe medirse con las ventas de la empresa, sino también con la evaluación del ambiente laboral y la construcción constante de los trabajadores que se sientan acompañados e impulsados. Es por esto que la responsabilidad de estar al mando se mantiene todo el tiempo en niveles verdaderamente altos.
El primer paso para que tu trabajo como representante de un equipo sea fructífero y eficiente, es entender que continuamente te encuentras en un proceso de aprendizaje y, por lo tanto, jamás dejarás de cometer errores. Ninguna persona en el mundo está exenta de vivir estos procesos pues nadie alcanzará la perfección en ningún momento.
El hecho de estar abierto a nuevas propuestas y correcciones, te hará consciente de la verdadera cercanía que tu equipo y tú deben sostener permanentemente. En consecuencia, estará vigente un tema de absoluta relevancia para que las relaciones entre tus compañeros y tú, funcionen con fluidez y claridad: la empatía.
Por: María Vallejo
Reportera