De acuerdo con la Directiva 2002/96/CE del Parlamento Europeo y del Consejo del 27 de enero de 2003 (Diario Oficial de la Unión Europea 13.2.2003) sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), se consideran Aparatos Eléctricos y Electrónicos (AEE): todos los aparatos que funcionen con electricidad o campos electromagnéticos (Artículo 3, Definiciones). En ese mismo sentido, un residuo de aparato eléctrico y electrónico (RAEE) según la misma directiva 2002/96/CE son todos los aparatos eléctricos y electrónicos que pasan a ser residuos de acuerdo con la definición que consta en la letra a) del artículo 1 de la Directiva 75/442/CEE; este término comprende todos aquellos componentes, subconjuntos y consumibles que forman parte del producto en el momento en que se desecha.
La fracción XXIX del artículo 5 de la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos define a un residuo como un material o producto cuyo propietario o poseedor desecha y que se encuentra en estado sólido o semisólido, o es un líquido o gas contenido en recipientes o depósitos, y que puede ser susceptible de ser valorizado o requiere sujetarse a tratamiento o disposición final conforme a lo dispuesto en esta Ley y demás ordenamientos que de ella deriven. Además, la fracción VIII del artículo 19 de esa misma Ley incluye a los RAEE como Residuos de Manejo Especial, específicamente como residuos tecnológicos, provenientes de las industrias de la informática, fabricantes de productos electrónicos o de vehículos automotores y otros que, al transcurrir su vida útil, por sus características, requieren de un manejo específico. Adicionalmente, la Norma Oficial Mexicana NOM-161-SEMARNAT-2011[1] establece en la fracción VIII, inciso (a) del Anexo Normativo ocho clases de residuos de aparatos electrónicos que están sujetos a planes de manejo:
- Computadoras personales de escritorio y sus accesorios.
- Computadoras personales portátiles y sus accesorios.
- Teléfonos celulares.
- Monitores con tubos de rayos catódicos (incluyendo televisores).
- Pantallas de cristal líquido y plasma (incluyendo televisores).
- Reproductores de audio y video portátiles.
- Cables para equipos electrónicos.
- Impresoras, fotocopiadoras y multifuncionales.
Sustancias y materiales peligrosos de los RAE y sus daños al ser humano y al ambiente
Estas ocho clases de RAE contienen diversas sustancias y materiales peligrosos que por su desmantelamiento son liberados al ambiente. Las sustancias y materiales más peligrosos son catalogados como contaminantes orgánicos persistentes (COP).
Por su carácter tóxico los COP están ligados a efectos nocivos a la salud humana, como trastornos congénitos, daño al sistema inmunológico y respiratorio, problemas reproductivos, desórdenes de índole sexual, periodos de lactación más corta y mal funcionamiento endocrino. Otros síntomas incluyen alergias, hipersensibilidad, daño al sistema nervioso, desórdenes neurológicos de comportamiento y desarrollo, pérdida de la corta memoria y cáncer, muchos COP se consideran potenciales cancerígenos humanos.
En las especies de fauna silvestre se han encontrado algunos de los efectos a la salud por exposición a COP como alteraciones dermatológicas, discapacidad reproductiva, deformaciones, deficiencias hormonales, cáncer, mortalidad aumentada y disminución de la población en general. Los problemas más comunes que estos químicos pueden causar a la salud son:
- Desorden endocrino
- Problemas de reproducción como la infertilidad
- Endometriosis
- Problemas de aprendizaje
- Cambios en el sistema inmunológico
- Aumento de incidencia de diabetes
Los seres vivos en etapa de gestación son los más vulnerables a los efectos tóxicos de los COP: los contaminantes pasan de la madre al feto a través de la placenta y luego, en una etapa posterior, a través de la leche. El desensamble implica un mayor riesgo de exposición. Es posible que se liberen partículas de plástico, aditivos y retardantes de llama bromados, llevando a la exposición de los trabajadores (PNUMA 2010a,b). Después de la granulación, el plástico se moldea a presión y temperatura elevadas, con el consiguiente riesgo de provocar la exposición a sustancias contenidas en el plástico, y sustancias nuevas, tales como las dioxinas y furanos halogenados (Ota y col., 2009)
En los RAEE se encuentran gran cantidad de metales pesados, entre otros: plomo, cadmio, selenio y mercurio.
Plomo: El óxido de plomo es usado en los monitores de tubos de rayos catódicos (CRT) de computadoras y televisores y de un tipo de soldadura de cristal (frit) que se utilizan para ensamblar la placa frontal. Exponerse al plomo causa deterioro intelectual en los niños y daña los sistemas nervioso, óseo, sanguíneo y reproductivo en adultos. Los efectos son los mismos ya sea al respirar o al ingerir plomo. Esta intoxicación se conoce históricamente con el nombre de saturnismo, debido al halo obscuro que se observa en las encías de los pacientes con alto grado de contaminación. El plomo en el ambiente se vuelve peligroso cuando sufre su disolución acuosa en presencia de aire, especialmente en medio ácido. Una vez en forma iónica, este contaminante puede llegar a las personas no sólo a través del agua sino también por la ingesta de verduras y frutas que han absorbido el plomo de los suelos.
Mercurio: se encuentra presente en los interruptores de corriente eléctrica. En equipos antiguos, existía una considerable cantidad del mismo en los relés electromecánicos de la memoria de los equipos, tubos llenos de mercurio en los que se forman pulsos acústicos. Se trata de un metal pesado que es líquido a temperatura ambiente, cuyos vapores al ser respirados pasan con facilidad del sistema respiratorio al sistema nervioso. Los primeros síntomas de la intoxicación por mercurio son reacciones alérgicas, irritación de la piel, cansancio y dolor de cabeza. Cuando la intoxicación es severa o por la exposición prolongada se vuelve crónica se observan daños a las funciones cerebrales, efectos negativos sobre la reproducción (defectos de nacimiento, abortos), e inclusive daños al ADN y los cromosomas. Al igual que el plomo, este metal no solo entra al organismo por contacto directo, sino también cuando ingerimos agua o alimentos contaminados.
Cadmio y selenio: metales presentes en los tableros de circuitos. El selenio como rectificador del suministro de energía y el cadmio forma parte de los semiconductores y del emisor de azul-verde. La intoxicación por cadmio se manifiesta en un principio con síntomas de diarreas, dolor de estómago y vómitos. Si la exposición es prolongada aparece debilidad ósea con mayor probabilidad de fracturas, daños al sistema inmune y finalmente daños al sistema nervioso generalmente acompañados de distintos desórdenes psicológicos y de conducta. El contacto directo con el selenio es riesgoso en especial para los ojos, causando irritación, lagrimeo y severas quemaduras, según el grado de exposición. La intoxicación por ingesta de selenio presenta como primeros síntomas, piel y uñas quebradizos, y erupciones dolorosas en la piel. Respirar vapores de selenio causa severos problemas a nivel pulmonar tales como asma, neumonía, acumulación de líquido en los pulmones y bronquitis. Estos vapores también afectan sensiblemente al hígado. La sobre exposición de selenio se traduce en manchas rojas en la piel, dientes y cabello. El envenenamiento agudo puede causar la muerte.
Cromo, cobalto y manganeso: metales componentes del acero utilizado en partes metálicas de los equipos. El cromo está presente en las aleaciones para conferirles propiedades anticorrosivas y también en ciertos elementos decorativos de los equipos. El cobalto para dar fuerza a la estructura. Tanto cobalto como manganeso están presentes para la magnetividad. El cromo es uno de los metales pesados de mayor toxicidad y puede ingresar al organismo por vía respiratoria, ser ingerido al comer o beber alimentos contaminados o por contacto directo con la piel. Provoca erupciones cutáneas, malestar de estómago, úlceras, problemas respiratorios, debilitamiento del sistema inmune, daño en riñones e hígado, cáncer de pulmón y en casos severos la muerte.
Prohibición de los COP-PBDE
En el 2004, entró en vigor el Convenio de Estocolmo, del cual México es firmante, en él se adoptan medidas de minimización, eliminación y prohibición de los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), estos son sustancias químicas orgánicas que, por sus características físicas y químicas, una vez liberados en el medio ambiente:
- Son altamente tóxicos para los seres humanos y la vida silvestre [Toxicidad].
- Son persistentes, es decir, que pueden durar muchos años en el ambiente e incluso décadas antes de degradarse a otras formas químicas menos peligrosas [Persistencia].
- Se pueden evaporar y viajar grandes distancias por el aire y el agua [Transporte a largas distancias].
- Se acumulan en los tejidos grasos, y se encuentran en concentraciones más altas en los niveles superiores de la cadena alimentaria [Bioacumulación].
Entre las disposiciones del Convenio de Estocolmo se encuentran:
- Prohibir, restringir y/o eliminar la producción y uso, sí como importación y exportación de los COP producidos intencionalmente.
- Reducir o eliminar las emisiones de los COP producidos de forma no intencional.
- Promover el uso de mejores técnicas disponibles y mejores prácticas ambientales para prevenir las liberaciones de COP en el medio ambiente.
- Asegurar que las existencias y desechos de COP se gestionen de forma ambientalmente adecuada.
- Identificar nuevos COP bajo estándares y procedimientos detallados.
- Realizar investigación, desarrollo y monitoreo.
- Sensibilizar, educar y difundir la información pública.
Los plásticos polibromados −conocidos como retardantes de llama o ignífugos− son otros componentes presentes en los RAEE, los cuales se encuentran en carcasas y circuitos eléctricos y su función es reducir su inflamabilidad y la propagación de las llamas sobre su superficie. Entre estos materiales se encuentran los éteres de difenilo polibromados (PBDE, por sus siglas en inglés), los cuales se cree que se liberan gradualmente en el ambiente a lo largo de su ciclo de vida, mediante un proceso que aún no ha sido determinado. Los PBDE son un grupo de diez compuestos, de los cuales cinco son considerados COP:
- Éter de tetrabromodifenilo (expresado en BDE-47 CAS 5436-43-1).
- Éter de pentabromodifenilo (expresado en BDE-99 CAS 60348-60-9).
- Éter de hexabromodifenilo (expresado en BDE-153 CAS 68631-49-2).
- Éter de heptabromodifenilo (expresado en BDE-183 CAS 207122-16-5).
- Éter de decabromodifenilo (expresado en BDE-209 CAS 1163-19-5).
La Imagen 1 muestras las moléculas químicas de los dos primeros compuestos:
Imagen 1. Éter de tetrabromodifenilo y éter de pentabromodifenilo.
Otros materiales similares son los bifenilos polibromados (PBB), el tetrabromobisfenol (TBBPA) y el hexabromociclododecano (HBCD). Los PBB tienen un comportamiento en el ambiente similar al de los PCB. La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), mediante la Ley de control de sustancias tóxicas espera regular el uso y manipulación de entre 200 y 300 sustancias de esa naturaleza.
Gestión y manejo integral de los RAE en México
Con respecto a la gestión integral[2] de los RAE, México a través de la SEMARNAT y con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en México han desarrollado varios estudios en la materia. Por ejemplo, en el Inventario de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos en México, se estimó que en el 2015 se generaron alrededor de 1.1 millones de toneladas (t) de RAEE, de los cuales 474 mil t correspondían con RAE. En contexto mundial, en 2016, se estimó una generación mundial de residuos electrónicos de 44.7 millones de t, equivalentes a 6.1 kg por habitante (Baldé, C.P., et al, Observatorio mundial de los residuos electrónicos 2017, 2017). En América, se generaron 11.3 millones de toneladas, los tres principales generadores fueron Estados Unidos de América con 6.3 millones de toneladas, seguido de Brasil con 1.5 millones de toneladas, y el tercero fue México con 1 millón de t.
Por su parte en el Documento del Proyecto Manejo Adecuado de residuos conteniendo Compuestos Orgánicos Persistentes en México se determinó una generación de RAE de 614 mil t a 753 t al año. De las cuales cerca del 90% de éstos son televisores y computadoras que contienen PBDE del orden de 18 mil mg/kg, correspondiente con un flujo másico de 696 a 854 tal año de PBDE.
En el 2019 existían en México 195 empresas dedicadas al manejo integral de residuos de aparatos electrónicos, enfocadas a una o varias actividades del manejo. Tales empresas están distribuidas en 18 entidades federativas, entre las principales están Jalisco con 50 empresas (26%), Baja California 27 (14%), San Luis Potosí con 22 (11%), Ciudad de México 19 (10%) y Querétaro con 13 (7%). La Imagen 2 muestra esta distribución de empresas.
Imagen 2. Distribución nacional de las empresas de manejo de RAE.
La mayoría de estas empresas[3] se dedica a la recolección, transporte y acopio, como consecuencia, el reciclado, tratamiento y disposición final casi no se realizan en México. La Imagen 3 muestra el número de empresas dedicadas al manejo integral de RAE por actividad.
Imagen 3. Distribución nacional de las empresas de manejo de RAE por actividad. Sin embargo, no existe un sistema integral para el manejo de estos residuos, sumado a que tampoco se cuenta con la información suficiente para establecer la línea base de su manejo integral. El reciclado de estos residuos consiste en una separación manual, trituración y fundido de metales como aluminio, acero, plomo, etc. En México se encuentran aproximadamente 700 fundidoras que pueden fundir los metales de los RAE, además, existen algunas empresas que funden las carcasas plásticas de los RAE, sin embargo, algunos de sus sistemas de control de la contaminación no están diseñados para tratar o eliminar sustancias más toxicas que los PBDE que son generadas en ambos procesos de reciclado.
[1] Que establece los criterios para clasificar a los Residuos de Manejo Especial y determinar cuáles están sujetos a Plan de Manejo; el listado de los mismos, el procedimiento para la inclusión o exclusión a dicho listado; así como los elementos y procedimientos para la formulación de los planes de manejo.
[2] Gestión Integral de Residuos: Conjunto articulado e interrelacionado de acciones normativas, operativas, financieras, de planeación, administrativas, sociales, educativas, de monitoreo, supervisión y evaluación, para el manejo de residuos, desde su generación hasta la disposición final, a fin de lograr beneficios ambientales, la optimización económica de su manejo y su aceptación social, respondiendo a las necesidades y circunstancias de cada localidad o región.
[3] Muchas de estas empresas se dedican a más de una activad del manejo integral de residuos, por tanto, suman más de 195.
Ing. Laura Beltrán García – Directora Genera
M. C. Édgar Navarrete Escobar.