En poco más de 72 años de vida independiente, con un clima desfavorable y a pesar de la escasez de recursos naturales, Israel ha logrado convertirse en un auténtico milagro; de hecho, hoy destaca como una de las diez naciones más poderosas e innovadoras del planeta, aparte de ser considerado un referente global en materia de ciberseguridad.
finales de noviembre del 2016, el Center for Mindfulness de la Universidad de Massachusetts hizo público el video titulado: “Lo que podemos aprender de la langosta sobre el estrés” (*), en el que el rabino Abraham Twerski explica cómo es que estos crustáceos convierten las adversidades en oportunidades para crecer.
El psiquiatra estadounidense es autor de más de 60 libros sobre el judaísmo y el comportamiento ético, aunque la mayoría de sus obras se relaciona con la superación personal, y es justo en este último aspecto donde centra su interesante postura de que, a diferencia de las langostas de mar, las personas que se aferran a mantener el status quo están sentenciadas a no desarrollarse.
En un sentido estrictamente científico, el crecimiento de las langostas es un proceso biológico inherente y no una cuestión de estímulo o estrés, pero tarde o temprano deben salir de su pequeño y rígido caparazón para esconderse bajo las rocas del lecho marino en tanto crean un nuevo exoesqueleto, y este es un proceso que se repite aproximadamente cinco veces al año durante su primera media década de vida y después se replica una vez por año.
Para crecer, la langosta necesita afrontar retos y tener confianza en sí misma, aún sabiendo que en la fase de transición estará sola y preparándose hacia su nuevo ciclo; para ello, debe dejar la aparente situación de seguridad en la que se encuentra y pasar a otra etapa más robusta.
El mensaje central de Twerski es que, en el ámbito empresarial y de los negocios, incluyendo la vida personal, llega un momento en el que nuestros “caparazones” pueden resultarnos incómodos e insuficientes.
La pandemia que hoy todos estamos sufriendo equivale a una de esas tantas amenazas a las que se enfrentan las langostas en su afán de desarrollarse, así que lo peor que podemos hacer como personas es estancarnos en nuestra zona de confort y suponer que las adversidades de nuestro entorno son solo malos augurios. En resumen, asegura el especialista, “se necesita mucho coraje para crecer… y la langosta lo tiene”.
Por: Guillermo Gurvich,
Fundador y Gerente de Innovación en Oznet Cybersecurity.