La pandemia provocó la crisis laboral más grande de la historia moderna a escala global y las mujeres, uno de los grupos históricamente más vulnerables en esta esfera, enfrenta efectos todavía más profundos en términos de trabajo. De acuerdo con el último Informe Especial COVID-19 de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), la pandemia ha borrado al menos diez años de avances en la participación laboral femenina.
En la región de América Latina, la tasa de participación de las mujeres se situó en 46% en 2020 lo que implicó una pérdida de seis puntos porcentuales respecto del nivel previo a la pandemia. Estos bajos niveles de mujeres ocupadas en actividades remuneradas no se registraban desde hace una década; la proporción de mujeres que fueron expulsadas del mercado laboral se profundizó con la implementación de nuevas dinámicas sociales y escolares.
En México, según los reportes especiales del Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), la mayoría de las mujeres que trabajan declaró que aunque podía hacer home office también tenía jornadas más largas y una mayor carga de labores del hogar o de cuidado de niños y adultos mayores.
La distribución desproporcionada de estas tareas y la vulnerabilidad de las mujeres en el mercado laboral profundizaron no sólo la baja participación laboral femenina sino también la significativamente amplia brecha con sus pares hombres. Mientras en 2019 la brecha era de 21 puntos porcentuales, para el 2020 creció a 23.
Por: María Vallejo
Reportera