Sin duda, uno de los principales problemas a los que se enfrenta el director de una empresa es el saber cómo definir el rumbo de su organización.
Saber hacia dónde va y qué tiene que hacer para llegar ahí resulta ser el trabajo más importante y vital para una empresa de reciente creación, en crecimiento o para una ya constituida. Se requiere más en época de incertidumbre y turbulencia en el entorno.
El mayor reto quizás no está en crear la empresa, aunque esto represente una tarea importante, sino mantener el barco a flote es por lo que se lucha en el día a día; y muestra de esto son las estadísticas que nos hablan de que son pocas las empresas que sobreviven en el mercado conforme pasan los años.
Son diversos los problemas por los cuales no se consolidan: falta de financiamiento, una mala promoción, falta de clientes, un producto o servicio que no es tan “bueno”, etcétera. Sin embargo, a título personal considero que todos esos problemas recaen en un principio básico: no cuentan con un rumbo claro al cual dirigirse, lo que hace que no importe el camino que tomen en el trayecto.
Tan cierta es esta sentencia como que existen muchas empresas que parecen barcos a la deriva, flotan en un mar (el mercado) al vaivén de las olas y se mueven a donde las lleve el viento. Muchas veces un viento que se encuentra impulsado por otros actores, otros barcos que se encuentran en el mismo mar y ellos son los que marcan el rumbo, tienen claro a dónde ir y hacen lo necesario para hacerlo.
Definiendo las acciones
Pero, teniendo en cuenta que es importante definir un rumbo, la pregunta crucial sería ¿Cómo empiezo a hacerlo? ¿Qué acciones son las que debo seguir para que el camino sea claro, y partiendo de esto, actuar como organización?
Es aquí donde entra lo que conocemos como Planeación Estratégica, un proceso que permite a las organizaciones definir no solo el rumbo de la organización, sino las acciones necesarias para alcanzarlo. Entonces el plan suena prometedor.
No solo se trata de definir de forma utópica a dónde quiero llegar, sino definir qué tengo que hacer para alcanzarlo. Partiendo de esta premisa, resulta sumamente importante contar con uno para cualquier tipo de organización. Entonces la pregunta es ¿Por dónde comenzar?
A continuación, enlisto los principales puntos a seguir para la elaboración del plan.
Paso 1
Definir la Misión. Aunque en casi la mayoría de las empresas se cuenta con un enunciado de misión de forma explícita o en otras de forma implícita, la realidad es que sigue causando interés saber cuál es la importancia de su definición. Entonces es cuando nos preguntamos ¿Qué es la misión? ¿Qué representa? La misión más allá de ser la razón de ser de una organización, representa el que hace actualmente la empresa, es decir, su presente; define lo que hace y a lo que se dedica. Da un sentido de pertenencia a sus integrantes porque con ella todos tienen claro qué es lo que hacen en el día a día en su trabajo y para qué están ahí.
Paso 2
Definir la Visión. De la mano con el punto anterior, la visión representa el futuro de la organización, es el punto que se ve a la distancia y donde queremos llegar. Es nuestro referente y el que marca la distancia a recorrer. Guardando sus proporciones, sin ser inalcanzable, pero que aliente a las personas a lograrla.
Definir estos dos pasos nos permite hacer una pausa y una reflexión: que hemos logrado establecer la misión y la visión de una empresa. Por una parte, la misión nos marca el PRESENTE de la empresa, lo que es. La visión define el FUTURO de la empresa, lo que nos gustaría ser, alcanzar o lograr.
Es entonces que tenemos dos puntos: lo que soy y lo que quiero ser. Entre estas dos existe una brecha, la cual podemos considerar como BRECHA ESTRATÉGICA que nos pone en un punto de reflexión: “Qué es lo que tengo que hacer para llegar a ser lo que quiero ser”.
Es aquí cuando comienza a tomar un sentido la filosofía de la empresa, así que debemos definir el paso que nos lleve a eso.
Por: Aldro Álvarez Cruz, Director de Innovación y Competitividad del Instituto Guerrerense del Emprendedor. Vicepresidente Competencia Gerencial Internacional.