Entrevista con Valente Quintana Pineda, consultor de relaciones laborales
Ante el escenario laboral internacional en el que se mueve nuestro país, diversas posiciones políticas, empresariales y obreras intentan aprobar o detener la reforma a la Ley Federal del Trabajo al considerarla anacrónica; sin embargo, para otros significa abandonar los derechos alcanzados por los trabajadores a través del tiempo.
Para hablarnos de esta cuestión, Consultoría entrevistó en exclusiva al abogado Valente Quintana Pineda, consultor en relaciones laborales, y director de la Asociación Latinoamericana de Protección al Trabajo quien nos ofrece su perspectiva en este tema.
En primer lugar, dijo que: “Considero seriamente que esta reforma a pesar de contemplar ciertos aspectos positivos, los cuales bien aplicados pueden traer beneficios, reflejándose en una economía nacional sana. Aunque no es ni cercanamente suficiente a lo que necesitamos, tiene ciertos aspectos pro-patronales, que en otros países sirvieron para fomentar la creación de empleo; sin embargo, sus circunstancias son diversas a las presentadas en México”.
“Nuestra clase trabajadora tiene una cultura laboral muy arraigada, muy a la mexicana, la actual legislación posee marcada tendencia proteccionista al trabajador, que doctrinalmente podemos explicarla, su objetivo es dar cierto equilibrio a los factores de producción; pero que actualmente son un abuso, sobre todo en cuanto al aspecto colectivo de las relaciones laborales, es un tema fundamental que en verdad necesita de una reforma; sin embargo, no se le modifican características en verdad trascendentales”, señala.
¿Cuál es la razón de cristalizar esta reforma? Nuestro entrevistado explica que: “Se pretende lograr, desde mi punto de vista, toda vez que el ideal está aún muy lejos de lo propuesto; entre las metas buscadas con la modificación de aspectos sustantivos como adjetivos, podemos mencionar la modernización en la impartición de justicia laboral, el ampliar los derechos de los trabajadores, dar mayor transparencia, y democracia al rubro sindical así como generar mayores oportunidades laborales”.
Valente Quintana también nos comparte sus reflexiones sobre la utilidad de temas financieros, asunto de suma trascendencia: “La reforma podría ser en verdad de mucha ayuda para nuestra economía; sin embargo, como es recurrente en nuestro país, se puede prestar para abusos por parte del sector empresarial. Por un lado entiendo que se busque un esquema legal laboral más atractivo para posibles inversionistas nacionales y extranjeros, fomentando la economía y generar un mayor número de empleos. Por otro lado, no podemos violentar ciertos principios universales atribuidos al trabajo, como el salario remunerado o la estabilidad en el empleo, y parte de estas propuestas vulneraría automáticamente ambos principios a muchos trabajadores”.
“Si buscamos crear un mayor números de fuentes laborales, y para esto se propone una relación laboral por hora, debemos de pensar ¿qué van a hacer los trabajadores el resto de horas que no se encuentran contratados? Porque esta situación marcaría como tendencia la creación de empleos de medio tiempo o sujetos a menores jornadas a los que se les atribuiría por supuesto un menor salario”.
¿A que considera que se deba que las centrales obreras en nuestro país tengan tanto poder? Valente Quintana nos aclara: “La respuesta obedece más a circunstancias históricas, tenemos que remontarnos a las huelgas de Cananea y Río Blanco, las cuales terminaron en matanzas y dieron motivo al levantamiento armado de 1910 provocándose una revolución que pondría las piezas políticas y sociales en ventaja al sector obrero para legislar las condiciones laborales con la redacción del artículo 123 de nuestra Constitución en 1917 y en 1931 con la primera Ley Federal del Trabajo, la cual básicamente sigue regulando las relaciones laborales del país con sus correspondientes ampliaciones en las décadas de los 70 y 80’s”.
“En 1917 al redactar el artículo 123 constitucional se legisla sobre los derechos de huelga, para agruparse en sindicatos, para luchar por mejores condiciones laborales, y se establecen federaciones y confederaciones mismas que ocupan una importante figura política al contar con el peso del sector obrero nacional, nacen la CTM, CROM, CROC, FAO entre otras”.
“El Estado advirtió el poder de las centrales obreras, que en sí, es el poder de la mayoría de la población, afilia a sus líderes en los partidos políticos, justo en esta etapa los sindicatos comienzan a perseguir fines políticos, más que buscar mejoras en las condiciones del sector obrero. Los líderes de este sector toman posesión de puestos políticos en los poderes ejecutivo y sobre todo en el legislativo”.
“Analizando estos datos con atención y en retrospectiva vemos con tristeza que no hemos cambiado tanto; tal vez sí en un aspecto productivo económico, pero no en el aspecto burocrático, ni en el sindical. Nos regimos con las mismas normas que en los años 30’s, tuvimos un líder político y sindical que marcó la pauta en los asuntos de interés nacional por más de cincuenta años, aún contamos con muchísimos líderes sindicales al interior del Congreso que no están ni estarán dispuestos a legislar en contra de sus interés o ‘conquistas’ laborales”.