Claves que podrían ser de utilidad a la hora de coordinar acciones y remar con sus equipos en las aguas turbulentas de esta nueva normalidad.
Benedetti describe con claridad lo que muchos de nosotros sentimos ante la denominada nueva normalidad al decir que: “Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”.
De unos meses para acá, el mundo cambió radicalmente, sin que pudiéramos evitarlo. Hemos sido de todo durante este tiempo, espectadores estupefactos ante tanta incertidumbre, apagadores de incendios, sembradores de semillas en terrenos que no conocíamos, generadores de esperanza, almas desoladas, optimistas de hueso colorado y pesimistas frustrados.
Me atrevo a decir esto, porque ante una situación así, es prácticamente imposible que cualquier ser humano pueda mantenerse estable. Amantes como somos del control, esto nos mostró que en realidad el control es solo una gran ficción.
Cierre de empresas
Lo que es un hecho es que los datos no mienten, y esta pandemia cambió la realidad de muchas empresas, trabajadores y familias. Las cifras son frías e indican que, solo en la Ciudad de México, para el mes de septiembre, el estimado de pequeñas, medianas y microempresas que habían cerrado de manera definitiva ascendía a 32 mil unidades, mientras que 82 mil establecimientos más se encontraban en riesgo de cerrar, se habían perdido cerca de 199 mil 421 empleos formales, según estudios realizados por la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de la Ciudad de México (CANACO CDMX).
Cuando dejamos de ver a los números como números, nos damos cuenta del nivel de impacto que esta pandemia ha tenido sobre la vida de las personas y es importante dimensionarlo, porque bajo ninguna circunstancia debemos olvidar que son precisamente las personas el corazón de las organizaciones. Podemos tener la mejor infraestructura, equipos tecnológicos, modelo de negocio, pero sin gente comprometida remando en la misma dirección, tapando los hoyos de la balsa y enfocadas en una visión común, es difícil que una empresa llegue a buen puerto en medio de un temporal.
Por: María Eugenia Rodríguez Calderón, Coach Ejecutivo,
de Equipos y en EmpresasFamiliares, Certificada.