No hay duda de que vendrán más cambios, estamos obligados a construir y adoptar una cultura de adaptabilidad.
El cambio –constante y acelerado– es uno de los rasgos más característico del siglo XXI. Debido a modificaciones aparentemente inocuas, como la actualización del sistema operativo del celular o disrupciones de alcance global como la pandemia por Covid-19, nuestro índice de adaptabilidad (AQ) se ha fortalecido, convirtiéndose en una poderosa herramienta que nos permite navegar en un mundo cada vez más turbulento.
Esta premisa cobra sentido sobre todo en el ámbito laboral, que ha recibido el impacto de tendencias revolucionarias como la inteligencia artificial y la robótica. Para propiciar la reflexión entre la comunidad empresarial de México y América Latina sobre el papel indiscutible que juegan la inteligencia adaptativa y el coeficiente de adaptabilidad en el ámbito del talento, la Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos (AMEDIRH), convoca a su Congreso Internacional de Recursos Humanos Edición 56, con el tema Adaptative talent in a turbulent world: Time to move forward.
Si bien las organizaciones siempre han sabido que deben evolucionar rápidamente para no quedar rezagadas, lo cierto es que ninguna estaba preparada para un cambio tan súbito y radical como el acarreado por la crisis pandémica que aún nos tiene de cabeza.
De la noche a la mañana, las empresas tuvieron que repensar todo, desde las metas anuales hasta las operaciones generales. Dolorosamente, algunas sucumbieron a esta presión inesperada, mientras que otras lograron hacer lo indispensable para mantenerse a flote.
Pero también hubo aquellas que fueron lo bastante creativas, flexibles y adaptables para imaginar una solución, ponerla a prueba y hacer los ajustes necesarios para continuar por ese camino, adaptándose a cada nuevo reto con creciente resiliencia.
Por: Lic. Mauricio Reynoso,
Director General de AMEDIRH.