El empresario con visión de futuro no mira hacia atrás al momento de tomar una decisión, es firme y toma en consideración los aspectos que lo describen desde su origen, respeta su identidad y la de los demás.
Platón refería que el saber humano estaba limitado al reflejo de las sombras en la pared de una caverna. Solamente los filósofos se atrevían a indagar el origen de todo el saber, mismo que se encontraba en la parte externa de dicha cueva.
Los retos a los que las generaciones actuales se enfrentan pareciera que son demasiados, que nos superan y parecen dirigirnos a un escenario fatalista, a la destrucción de la raza humana tal como la conocemos. Ciertamente es en un estado fatalista donde estos retos son los vencedores, ya que, siendo seres con raciocinio, la obligación de sobrepasarlos es imperante, aún más, teniendo para ello la capacidad de lograrlo.
Haciendo alusión a la expresión de Platón, me atrevo a decir que las soluciones a los retos que la humanidad tiene se encuentran saliendo de nosotros y mirando hacia el exterior del ser humano; es decir, si queremos encontrar soluciones es necesario mirar e incluso comprender aún más a la naturaleza, ella tiene la solución en su compleja y extravagante gestión.
Mirar hacia el futuro es entonces, mirar fuera de nosotros y entendernos partícipes, no protagonistas de un mecanismo complejo, pero a la vez maravilloso llamado vida.
El hombre del futuro
En alguna ocasión en un ejercicio de la escuela se nos preguntó ¿cómo imaginábamos al ser humano del futuro?, mis compañeros divagaban atribuyéndole extremidades adicionales, poderes mentales y hasta la capacidad de volar; otros, en un aspecto más realista, lo imaginaban viviendo en el espacio, usando cascos de astronautas y percibiendo una vida con lujos al estilo de las películas de ficción. Precisamente fueron éstas, acompañadas de los libros de ficción quienes nos han contado hazañas de héroes desconocidos, que a través de una serie de eventos y situaciones van resolviendo intricados y casi imposibles escenarios adversos hasta lograr, no solo estar como antes sino en la mayoría de los casos, pasar a situaciones mejores que las de origen.
Isaac Asimov, considerado uno de los pioneros en el género, nos narró la fantástica historia de las fundaciones, historias que empiezan con el pronóstico del principio del fin hecho por un científico y la consecuente necesidad de cambiar el conocimiento humano a un planeta retirado llamado: “la fundación”, para resistir durante mil años el resurgir de la raza humana tecnológicamente más avanzada y moralmente más sabia. En retrospectiva, Asimov quizá nos advertía entre su ficción, de la necesidad de replegar las energías de la humanidad a la resolución de los retos que la humanidad se enfrentaría, pero quizá también nos pueda dar una pista de lo que debamos hacer hoy.
El hombre del futuro, o más bien dicho, que pone su mirada en el futuro, debe ser uno concentrado en su presente, sabiendo de las limitaciones que tiene, pero trabajando para mejorar las condiciones con las que él y sus allegados viven, por esa razón modifica su entorno para bien.
En ese sentido, el empresario fuera de lo común, debe ser un hombre del futuro, con visión, pero también con acción para enfrentar los desafíos que se le presentan, que no solamente vele por sus intereses personales, sino sobre todo, dé valor a la sociedad, al medio ambiente y al entorno de donde proviene y a quien, en cierto modo, debe volver.
El empresario con visión de futuro no mira hacia atrás al momento de tomar una decisión, es firme y toma en consideración los aspectos que lo describen desde su origen, respeta su identidad y la de los demás, pero se sabe ciudadano mundial y por tanto, coheredero de una gran tradición que lo trasciende y lo impulsa a hacer más con menos.
Sociedades justas
El primer ministro del rey Enrique VII era Tomas Moro, un espléndido político que había logrado dar cierto aire de estabilidad al enigmático gobierno del rey inglés. Su capacidad diplomática solo era parte de sus extraordinarias aptitudes entre las que destacaban la escritura. Su obra más conocida se llamó “Utopía” en la cual retrataba una sociedad que había alcanzado un nivel de excelencia y avance en lo humano.
Por: Dr. Alberto Valles Aguirre, Director y fundador del Centro de Investigación, Desarrollo e Innovación Empresarial (CIDIEM).