“El empresario transgresor es aquel que va contra todo lo establecido y se supera, sin quedar superado.”
Introducción
“No hay mejor manera de mostrar los peligros de no adaptarse a una nueva forma de pensar, que recordar una ciudad que alguna vez representó lo mejor del espíritu empresarial: Detroit. A mediados del siglo XX, Detroit floreció como capital del dinamismo mundial gracias a tres nuevas empresas: Ford Motor Company, General Motors y Chrysler. En los años cuarenta, cincuenta y sesenta, fue la joya de la corona americana. “En todo el mundo Detroit es sinónimo de la grandeza industrial de Estados Unidos”, aseveró el presidente Harry Truman en aquellos tiempos. En cierto momento, los fabricantes de coches perdieron su espíritu empresarial, y al igual que el Titanic lentamente se hundieron. La industria automotriz se relajó demasiado. Detroit no se derrumbó en un día. Primero sufrió una deflación gradual. Para cuando sonaron las alarmas (General Motors perdió 82 mil millones de dólares en tres años y medio y se dirigía a una quiebra segura) ya era demasiado tarde. “Abandonada” es sin duda la palabra que viene a la mente cuando se recorren los alrededores de la calle principal de Detroit. Las casas se pudren vacías, muchos edificios se van cayendo a pedazos. Detroit es la segunda ciudad más peligrosa de Estados Unidos (después de Flint, Michigan). La mitad de los niños son pobres. Es la ciudad líder en desempleo. Ahora es el símbolo de la desesperanza”. En México, la historia de la cadena mexicana de hamburguesas y malteadas Burger Boy tuvo un destino similar. A finales de los años sesenta, un trío de socios centroamericanos residentes en el Distrito Federal concentraron esfuerzos para abrir cuatro restaurantes cuya especialidad sería la venta de hamburguesas y malteadas. El concepto era lo más parecido a las marcas estadounidenses, pero con hamburguesas mexicanizadas, que lo mismo podían vender malteadas y hamburguesas con pollo, pescado o con tres porciones de carne. La gran aceptación por Burger Boy creció de tal manera, que en los años 80, el grupo Masisa compró la marca y las unidades existentes, potencializando su crecimiento y abriendo sucursales en todo el país. El éxito de la cadena era tal, que hacía campañas exitosas en la televisión. Todo lo que hacían era un éxito. A raíz de la apertura comercial en 1985, en México se permitió la entrada a marcas internacionales. Burger Boy no tuvo la visión de lo que pasaría con la llegada de la competencia, creyendo que el mexicano los preferiría y desecharía la opción de una marca “gringa”. El resultado es del todo conocido: la marca desapareció en 1996 y la competencia tiene hoy más de 200 restaurantes en todo el país. Tomboy tuvo un destino similar, negándose a la actualización o diferenciación de sus productos. Su declive fue inminente y el resultado idéntico: la hamburguesería tipo fast food mexicana, cuyo servicio rompía esquemas al llevar tu pedido al auto terminó con la misma suerte, al momento de la llegada de Mc Donalds y Burger King.