Un 2017 diferente para México

gasolinera

Estamos en un momento en que se agravarán las consecuencias de las malas decisiones de un gobierno que se niega a escuchar, a reconocer errores y a rectificar.

El 4 de enero pasado, el presidente Enrique Peña Nieto dirigió un mensaje para anunciar dos nuevos nombramientos en su gabinete; como para salir del paso, también hizo mención al famoso gasolinazo y pidió a los mexicanos resignación para aceptar esa decisión. Un día después reapareció en cadena nacional y, al desear un feliz año, preguntó a los ciudadanos: ¿Qué hubieran hecho ustedes? El mandatario dijo que el aumento a los combustibles era culpa del exterior y responsabilizó al expresidente Felipe Calderón Hinojosa de haber dilapidado un millón de millones de pesos en subsidios a la gasolina.

México y su Presidente iniciaron el año de manera complicada, con dos pies izquierdos, por un lado, México empieza con una gran incertidumbre económica, social e internacional y por el otro tenemos a un Presidente con discursos que fueron una muestra de insensibilidad ante las manifestaciones de rechazo que se extendían por todo el país; no buscaba tranquilizar, ni explicar, ni estabilizar, lo que comunicó fue un mensaje de reproche y hartazgo. Nos enfrentamos a una de sus principales debilidades como gobernante: la negativa a reconocer errores y asumir su responsabilidad en la crisis política, económica y social que vive el país. El 9 de enero, con un tono distinto, más amable, insistió en lo acertado de su decisión.

Propuestas ignoradas
Preocupa que el Presidente, en su anuncio sobre los acuerdos para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar, haya optado por no tomar en consideración, ninguno de los planteamientos que se han presentado para revertir el gasolinazo; no importa si existía una mejor salida, todas las propuestas han sido ignoradas: desde las enfocadas a reducir el impacto de este impuesto, hasta las orientadas a sanear verdaderamente las finanzas públicas. Una vez más confirmó que no hay voluntad para cambiar el rumbo de la política económica actual.

Basta con poner un poco de atención al actuar del Gobierno para reconocer que en estos días no han hecho las cosas bien, por ejemplo: anteponiendo la estabilidad económica del país a costa de la estabilidad social (lo cual es una simple y tonta estrategia), hoy en día en este mundo capitalista y globalizado, nada derrumba más rápido la economía que un país desestabilizado socialmente, un país alzado, con dudas, con miedos y al borde de una crisis que solo con la fuerza pública sería posible detener.

Esta crisis se agrava con la llegada de Donald Trump a la presidencia del país vecino: amenazas contra empresas con proyectos de inversión en México y su insistencia en que, vía renegociación del Tratado de Libre Comercio, pagaremos la construcción de un muro. Donald Trump mantiene una postura beligerante contra nuestro país, lo que nos lleva a muchas preguntas llenas de impotencia ¿Por qué el gobierno federal no ha definido una postura clara? ¿Cuál es su evaluación de la situación? ¿Cuál será el rumbo de la política exterior con la llegada de un Presidente xenófobo a la Casa Blanca y con un Canciller que no sabe de qué trata su trabajo?

Alberto García Cano

Por: Mtro. Alberto García Cano

Triple Master en Derecho Internacional, Derechos Humanos y Cooperación Internacional

 

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