Vicios y anomalías laborales

Entendemos como vicios laborales al conjunto de criterios, enfoques, y técnicas relativos a las desviaciones y cambios en el comportamiento, actitudes y desempeño de las personas que prestan sus servicios en una organización, y que afecta o altera de un modo desfavorable en diversos grados y circunstancias, tanto a ellos como a sus compañeros y a la empresa en general.

Los componentes que inciden son de diversas naturalezas: sociales, familiares, conductuales, actitudinales, de valores personales, creencias, dudas, necesidades insatisfechas, religiosos, políticos, laborales, técnicos y varios más. Cada uno de ellos está presente dentro de ese marco de diversas formas y maneras, al amparo de las cuales cada persona reacciona e interactúa con los demás.

La taxonomía o clasificación para abordar las diversas categorías de vicios laborales, tiene un carácter inicial y por lo tanto, perfectible y adaptable a las realidades tanto conceptuales como prácticas. Dada la complejidad y extensión del tema, en éste espacio el perfil que trataremos se centra en la categoría psicológica, referida a aspectos conductuales, actitudinales y adictivas, algunos ejemplos de cada uno se muestran a continuación:


• Conductuales Esta categoría incluye los vicios que se originan en la mente y percepción de los individuos, tales como las emociones, las motivaciones, los valores y las creencias.

-Comunicaciones informales. Empleo frecuente y deliberado de canales de comunicación distintos de los formalmente establecidos en la organización. El uso reiterado y tendencioso de ese patrón causa daños inmateriales y morales al afectar la privacidad, el prestigio, y el buen nombre de la organización y de sus grupos de interés.
-Hostilidad laboral. De manera disimulada es la asignación por parte de un supervisor de tareas peligrosas o dificultosas a una persona en particular. También incluye los gritos, increpaciones, falsas imputaciones o acusaciones, junto con la severidad y dureza en el trato hacia alguien sin razones que lo justifiquen.

• Actitudinales Este grupo comprende los ejemplos de comportamiento que asumen los individuos como respuestas de acciones, de movimiento o de pensamiento, consecuencia de los estímulos que reciben.

-Acoso laboral o “mobbing”. El acoso laboral es un comportamiento agresivo concertado entre varias personas para hostilizar a una persona o grupo determinado, hasta lograr excluirla del círculo social o laboral en que se actúa. A este comportamiento se le ha conocido en una de sus principales variantes de acción como “ley del hielo”, lo cual alude a la frialdad y dureza con la cual se trata a la víctima.
-Acoso u hostigamiento sexual. Persecución inicialmente soterrada y disimulada de una persona hacia otra, usualmente de diferente género, con el fin de obtener favores o complacencias sexuales. Esta conducta puede ser evidenciada ante los rechazos que puede recibir el atacante y que acompaña de presiones, chantajes, intenciones y amenazas, llegando hasta el despido de la víctima cuando ésta no se doblega ante sus requerimientos como fase final del hostigamiento.

• Adictivas Asociadas al uso y consumo de sustancias, que provocan adicción y dependencia entre quienes las usan, además de actitudes y comportamientos que se asemejan a las adicciones aunque en el fondo no lo sean.

-Alcoholismo o dipsomanía. Consumo exagerado y consuetudinario de bebidas alcohólicas. Comienza por razones sociales, luego por gusto y después se constituye en un hábito, y termina convirtiéndose en una enfermedad crónica que trasciende lo individual para afectar lo familiar y lo social. El vocablo dipsomanía es el empleado para referirse a esta adicción.

-Tabaquismo. El vocablo se refiere al hábito de consumir cigarros o tabaco, los cuales contienen nicotina. A quien los consume coloquialmente se le conoce como fumador. Al igual que el anterior, es un hábito dañino tanto para el que lo practica como para el que está a su lado. Día a día la legislación ha restringido su uso en áreas públicas cerradas, y mantiene campañas para disuadir de su compra y consumo.

Por: Enrique Benjamín Franklin Fincowsky

Académico de la División de Estudios Profesionales de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM.

Consultor en materia administrativa, Autor de diversos libros de administración y Conferencista nacional e internacional

 

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