En el mundo actual donde la economía globalizada basada en el consumo trae consigo el llamado “desarrollo”, genera empleos y supuestamente bienestar a los menos privilegiados, también se tiene una serie de externalidades o impactos negativos que apenas comienzan a ser tomados en cuenta formalmente.
Se trata de las emisiones de gases de efecto invernadero que son subproducto de las actividades humanas y son causantes del principal reto que enfrenta la humanidad: el cambio climático. Se tiene más que identificadas a las industrias que tienen mayor responsabilidad en este tema: empresas energéticas, transporte, textil, electrónicos, ganadería e incluso las high tech que manejan información.
Pero, cada industria por pequeña que parezca tiene una huella ecológica y también es parcialmente responsable del cambio climático, y la industria del deporte no es la excepción. Al ser promotor de Artes Marciales Mixtas, me he percatado de la cantidad de emisiones de dióxido de carbono que conlleva realizar un evento, es más que considerable y no puedo evitar pensar en la cuantía que deben emitir franquicias más grandes. Pongamos como ejemplo un equipo de futbol.
El impacto promedio por persona en un vuelo doméstico es de 235 kg de CO2 apróximadamente. El conjunto hace como mínimo 10 vuelos al año, esto es igual a 2,350 kg CO2 emitido por individuo, por un total de 30 personas (como mínimo) = 705,000 kg CO2. Por 2 (porque son viajes de ida y vuelta), sería un total de 1,400,000 kg de CO2 emitidos a la atmósfera solo por los vuelos del staff del equipo.
Esto sin contar transporte terrestre, aires acondicionados, energía eléctrica de los estadios, movilidad de la producción, etc. Lo pongo en perspectiva, para que el equipo de futbol compensara su huella de carbono de los vuelos, sería necesario que reforestara aproximadamente 100 campos de este deporte al año, y que estos se mantuvieran sanos, por lo menos 40 años.
Por: Artemio Montesinos
CEO de Supreme Fight Night
