Cuando se llega a la llamada ¨mitad de la existencia¨, aunque para todos no sea necesariamente la misma edad, ocurren muchos cambios en nuestra vida en todos los órdenes. Las prioridades cambian, la velocidad del diario vivir disminuye, la necesidad de producir puede decrementar, el uso del tiempo modificarse, entre otras más. Y hay un cambio que avanza gradualmente desde otra perspectiva a la asociada a los roles desempeñados o a lo funcional. Es el deseo de dedicarse a servir y desde éste, trascender, dejar huella.
Y aunque la manera de lograrlo es igualmente diferente para cada persona, hay una forma de hacerlo que está tomando cada vez más fuerza en el mundo y que, como veremos, tiene múltiples beneficios y un alto impacto social.
Se trata de recapitular las experiencias de la vida y ponerlas al servicio de quienes pueden estar transitando caminos semejantes y requieren del valor de esas experiencias para su momento vital. Cuando hablamos de experiencia, no estamos haciendo referencia a los “años” dedicados a un rol, cargo, oficio o similar.
Ello, aunque valioso, puede ser solo tiempo cronológico o información acumulada, y no necesariamente haber sido llevada a ese nivel de sabiduría que produce la consciencia. Todos hemos vivido situaciones que, por su naturaleza e impacto han transformado nuestras vidas en el ser, hacer, tener y sentir. De alguna manera, somos “otros” después de transitar estas circunstancias.
A esos hechos, generadores de grandes aprendizajes los llamo: “Experiencias Maestras”. Cuando no solo vivimos las situaciones, sino que efectuamos un “viaje interior” para reconocer todos los regalos que nos traen las cosas que nos ocurren, nos hacemos profundamente conscientes y expandimos nuestro conocimiento para convertirlo en sabiduría. Es el destilado de los hechos que se convierte, más que en información, en criterio e inspiración para la vida misma.
Pues bien, cuando atravesamos la mitad de la vida, hemos pasado sin lugar a dudas por muchas experiencias de esa naturaleza, las cuales son parte de ese patrimonio personal que puede convertirse en legado y ser puesto al servicio de otros que pueden estarlo necesitando. Es el camino de convertirse en mentor.
La mentoría es una disciplina del acompañamiento de personas, a través de la cual nos hacemos conscientes de nuestras experiencias maestras y transferimos toda esa sabiduría a otros, a quienes denominamos mentorados, siguiendo una metodología determinada y aportando gran valor, desde ese compartir lo vivido, lo aprendido.
Por: Rafael G. Hernández Molina
Mentor de Desarrollo Humano CEO
