Certificación que en México se ha inducido por obligación, y no por compromiso en las organizaciones
En dos años consecutivos, he tenido la oportunidad de visitar la Unión Japonesa de Científicos e Ingenieros (conocida como la JUSE por sus siglas en inglés) en Tokio, en la cual pude sostener nuevamente una entrevista con el Sr. Juntaro Kawai, encargado del Centro de Entrenamiento y Educación en Gestión de la Calidad, especialidad que me trajo a una estancia de ocho meses en Japón en el año de 1992, y lograr una vinculación con esta importante organización.
Tanto en esta como en la anterior reunión, la preocupación del Sr. Kawai, era el por qué desde el año 2007 no se habían recibido delegados mexicanos en sus Seminarios Internacionales de Gestión de la Calidad (TQM Seminar). De la misma forma, cuando asistí como participante de la Japanese International Cooperation Agency, en octubre de 1992, la misma pregunta nos la habían hecho los representantes de la JUSE. Desde el sexenio de Luis Echeverría, no se habían enviado más participantes mexicanos, desde luego muchos mexicanos fueron enviados por sus empresas a otros cursos para estudiar e importar literalmente el concepto de los círculos de calidad, que era el sabor del mes que entusiasmó a los altos directivos en aquellos años.
La evolución de la calidad ISO 9001
En la plática, exploramos diversas opciones de promoción de los Seminarios en México. Una era traer el programa, aunque uno de los problemas a enfrentar era que los expertos japoneses no hablaban inglés, el otro problema eran los materiales. Sugerí erróneamente traducirlos, pero era cometer el mismo error que los delegados mexicanos hacían al llegar a México después de su entrenamiento técnico: “la adopción literal sin una apropiada adecuación cultural, una forma de evitar ese término que me disgusta de tropicalización”. Los casos de estudio tenían que adaptarse a la realidad y contexto mexicanos.
La presencia de la Unión Japonesa no era muy visible para el público fuera de su país. En el entorno empresarial japonés, su nombre es de casa o a falta de una más precisa acepción en español “a household name”, al ser la encargada de administrar el Premio Deming y de las actividades de Círculos de Control de calidad. Muchas empresas cada año participan para obtener el premio Deming y desde los tiempos en que este se ha instituido, han aplicado muchas organizaciones tanto del sector público como privado, de servicios y manufactura, e incluso se entrega un reconocimiento especial a personajes distinguidos que se hayan destacado en la promoción del control de la calidad, al estilo japonés.
Ejemplos de ellos son aquellos nombres reconocidos a los cuales les trabajamos como profesionales de la calidad, tanto por sus herramientas y conceptos como por su contribución a la literatura: Kaoru Ishikawa (1952), Genichi Taguchi (1959-60), Yoshio Kondo (1971), Hajime Karatsu (1981), Hitoshi Kume (1989), entre otros.
Sin embargo, fuera de Japón, el nombre de la Unión no ha sido tan difundido como debiera ser. De hecho, un caso muy mencionado en el aula cuando estuve estudiando en aquel país, fue la obtención del Premio Deming para la Florida Power & Light Company en 1989 y 1994, de la AT&T Power Systems. Resulta inusual el hecho de que en el país de origen del experto cuyo premio lleva su nombre, no pase de dos empresas las que fueron distinguidas, máxime que los expertos de la JUSE en 1992 habían aseverado que convenía que las organizaciones aspirantes, hubieran accedido primero al premio local, el Malcolm Baldridge, para después aplicar al Premio Deming.
Por: D.R. Oscar Álvarez de la Cuadra López
Director General, Grupo CRASA y Asociados, S.C.