El concepto de edificio inteligente lo hemos escuchado durante los últimos años y actualmente, como todo a nuestro alrededor, la coyuntura de la pandemia por Covid-19 ha transformado la perspectiva. Junto al boom de necesidades de conectividad, la consigna de ser amigables con el medioambiente y de ahorrar en costos, nos ha permitido palpar mejor el concepto y el potencial que tenemos no solo de comenzar a dar pasos, sino de sumarnos a una ola de modernización y actualización que es inminente ante una sociedad cada vez más digital.
Los edificios inteligentes son construcciones conectadas que integran diferentes sistemas como domótica, seguridad, control de accesos, ascensores, multimedia y telecomunicaciones, estacionamientos, IoT (internet de las cosas) en una plataforma única de gestión. Su principal objetivo, entregar un valor adicional como mayor eficiencia energética, aumento de la seguridad, mejor conectividad, autoconsumo; así como mayor confort de los usuarios.
Analistas anticipan que hasta 2026, el mayor crecimiento del segmento de edificios inteligentes se dará en los edificios comerciales, debido a la creciente demanda de soluciones de eficiencia energética que pueden reducir la utilización de recursos. Sin embargo, los problemas ambientales y altos costos de energía residencial, están orillando a las personas a buscar nuevas alternativas al respecto.
Actualmente, los edificios consumen el 42% de toda la energía eléctrica a nivel mundial y evidentemente una de las tendencias para el ahorro energético es la automatización. Curiosamente, el creciente incremento del consumo energético y su costo asociado en edificios y hogares se debe a la falta de control y supervisión de los equipos.
Por: Jorge Aranda.
Director de Desarrollo de Negocios
para Telecomunicaciones en
Grupo Prysmian México.