Quiero empezar con una locución latina que alude a la brevedad de la existencia humana y de todo lo material, “Tempus Fugit”, el tiempo vuela. Qué sabios fueron nuestros antepasados que idealizaron un mundo, una edad en la cual aquello que tuvieron que construir en aquel presente fuese para las futuras gene[1]raciones, punto de partida y guía hacia un mundo mejor.
Privilegiados somos de ver y/o haber visto cómo la tecnología avanza a grandes escalas, día a día, de manera ágil, y como ingeniero, trabajando con distintas tecnologías en el ámbito del software y hardware puedo presenciar de una manera más técnica el interior de estas.
Uno de los más novedosos nombres que han aparecido en la última escena y que más revuelo ha causado es el de la AI (Artificial Intelligence por sus siglas en inglés o Inteligencia Artificial, en español), esta tecnología vino a revolucionar la vida del ser humano en todos los ámbitos, tanto cotidianos y ordinarios como extraordinarios. Hemos visto cómo se ha implementado AI para todo aquello que antes necesitaba mano de obra humana para ser realizado.
Pero no he venido a hablar sobre los grandes beneficios que puede traernos en las áreas de salud o seguridad, o en calidad de vida, tampoco he venido a hablar de lo peligroso que puede ser desarrollar una AI con suficiente conciencia que llegue al punto de querer exterminarnos, tampoco sobre lo complejo que puedan ser sus algoritmos o cómo funcionan los sistemas de Inteligencia Artificial a nivel código; de esto existen demasiados artículos realizados por mentes brillantes y elocuentes; mi intención es hacer una meditación a todos los lectores, invitarlos a una contrareforma.
¿Cuál es el fin último de la tecnología?
Si la del hombre es la bienaventuranza, la dicha eterna como dicen los filósofos, debimos haber -como potencia de nuestra fin último-, creado todo para alcanzar el mayor gozo actual, y es claro que todo lo surgido en materia de avances tecnológicos nació con el fin de hacernos la vida simple, prolongada y el tiempo libre entretenido, pero hacer conciencia de que lo más fácil no es lo mejor, también tener la certeza de que algún día habremos de morir y que el tiempo libre debe ser invertido en la virtud o alguna otra ocupación que nos haga mejores, lejos del ocio.
Por: Nacxit Salvador Domínguez Góngora
Desarrollador de IT en Grupo Contigo