Espacio Público ¿tierra de todos, territorio de nadie?

Hace un par de meses nos ente[1]ramos de que, en Guadalajara, encarcelaron a tres jóvenes estudiantes de la UdeG acusados de despojo con violencia por defender un parque, lo que provocó que la comunidad universitaria tomara las calles.

La Fiscalía local en defensa de los desarrolladores quejosos, manifestó que los violentos invasores estaban armados, afirmación que no pudieron probar, por lo que el abogado de la UdeG, en entrevista con Dany Barragán y Dulce Olvera para Café y Noticias de Sin embargo, dijo que las armas que portaban los estudiantes, eran “la razón, la resistencia y muchos arbolitos”, contradiciendo la narrativa oficial que pretendía marcar a los muchachos como delincuentes y a las palas y picos que los estudiantes estaban usando para sembrar los arbolitos con los que querían reforestar y recuperar las áreas verdes, como armas mortales, finalmente, gracias a la presión social los muchachos fueron liberados.

 Me conmovió saber que este grupo de jóvenes estudiantes universitarios estaban poniendo su piel y arriesgando la vida para defender derechos comunitarios, aparentemente sin buscar beneficios exclusivos para los participantes.

En verdad me atrapó la historia, hasta imaginé paisajes terrosos como los pintados por Nicolás Moreno y Francisco Goitia, revividos por la invación de cientos de estudiantes armados hasta los dientes “con la razón y muchos arbolitos”, disfruté la estética del valiente gesto simbólico con el que los muchachos buscaron restablecerle la vocación de “Parque Público” al predio de 13.6 Hectáreas expropiado en 1980 con ese fin.

Le empecé a rascar y me encontré con que el nombre del predio es “Parque Huentitán”, leí que este hermoso nombre quiere decir, “Lugar en donde se hacen ofrendas”, y luego de pasar saliva, me alegré de que la ofrenda de estos muchachos no haya incluido su propia sangre.

 La palabra Huntitán también me hizo recordar -acá entre nos-, muchas noches penando por amores no vividos, madrugadas ahogando desengaños ajenos con algunos tragos de tequila, mientras cantábamos a todo pulmón con el gran Vicente Fernández, el mismísimo Charro de Huentitán, oriundo del poblado con ese melodioso nombre. Espacio público Las emotivas referencias que rebotaron de mi cabeza a la panza y de ahí al corazón, me llevaron a un punto de iluminación en que de pronto nos reconocí en lo nuestro y supuse que estos actos ciudadanos nos invitan a pensar en plural para juntos tratar de construir un mundo mejor, la suma de estas imágenes

Por: Jorge Ismael Rodríguez López de Lara

Por: Jorge Ismael Rodríguez López de Lara

Artista multidisciplinario.

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