La MiPyME y el “efecto tiburón”

Para las instituciones financieras es una arriesgada apuesta otorgar créditos a los nuevos negocios, y es que aún existe la percepción generalizada de que un 80% de los mismos podría desaparecer antes de cumplir los dos años de vida.

En una de sus tantas ingeniosas, antológicas y hasta polémicas citas, Woody Allen afirmó que “las relaciones son como los tiburones: si dejan de avanzar o de moverse, mueren”, dejándonos entrever que en los terrenos de la sexualidad y del amor no podemos ser estáticos o apostarle todo a los caprichos de lo cotidiano, del sedentarismo o de la rutina.

Esta solo es una referencia, similar a aquella vieja leyenda polinesia en la que se relata que los dioses condenaron a los tiburones a nadar eternamente debido a su mala conducta, por lo que nunca gozarían de descanso alguno, pero -más allá de cualquier mito- se ha comprobado científicamente que los escualos no cuentan con una vejiga natatoria que les permita flotar inertes, por lo que se irían al fondo y morirían ahogados si dejaran de estar en constante movimiento.

La anterior teoría, sin embargo, podría no ser tan certera si se tomara en cuenta a los llamados “tiburones dormidos de México”, que fueron descubiertos desde la década de los 70 en unas cuevas submarinas de Isla Mujeres, al sureste de nuestro país, aunque este fenómeno todavía sigue siendo un tema para controversia y polémica.

Pero hablar de estos peces y de una de sus muy contadas limitaciones, es nada más un pretexto para dirigir nuestra mirada hacia aquellas empresas que, al igual que dichas especies del reino submarino, mueren por quedarse estáticas, por lo cual podríamos etiquetarlas como “víctimas del efecto tiburón”.

Hay quienes han utilizado este calificativo como una paradoja, afirmando que de alguna forma todos terminamos siendo torturados por aquel miedo del cual intentamos huir, pero dentro del entorno empresarial y financiero nos referimos simplemente al riesgo o tendencia que tienen los negocios de desaparecer si solo se mueven por inercia, sin hacer lo mínimo necesario para adaptarse a las circunstancias que los rodean, aferrándose a su zona de confort o a una idea paralizada en el conformismo.

Se presume que los tiburones en su afán de lograr cierto descanso muscular, utilizan sus aletas pectorales como alerones, lo que les permite realizar un “planeo” lento y en espiral, aunque en el trayecto hacia las profundidades su cerebro siempre sigue activo, mientras que las empresas que nada más se dejan llevar por el momentum y le apuestan todo a un negocio -tal vez productivo pero efímero- prácticamente estarían firmando su sentencia de muerte o comprando un boleto sin retorno hacia la desaparición.

Son pocas las estadísticas con respecto a la mortandad de empresas, pero a mediados de febrero del 2016 el presidente del INEGI, Eduardo Sojo Garza-Aldape, señaló que la supervivencia de los negocios depende mucho del sector y del tamaño de los mismos: “las empresas micro tienen una esperanza de vida de 6.9 años, en tanto que el promedio es de 22 años para las de tamaño medio”.

Los años de riesgo

Dependiendo del país y de las muchas agencias clasificadoras, existen distintas definiciones de lo que son las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyME). En México se catalogan particularmente en función del número de empleados, de los ingresos anuales por ventas y del sector económico al que pertenecen, pero para no entrar en controversias concentrémonos nada más en el primer indicador, pues a fin de cuentas fue uno de los principales objetivos de la política económica planteada por el gobierno saliente y centrada justo en la generación de empleos.

Las secretarías de Economía (SE) y de Hacienda y Crédito Público (SHCP) publicaron desde finales de junio del 2009 una nueva clasificación, ubicando a las microempresas como aquellas que cuentan con uno a 10 empleados; las pequeñas tienen de 11 a 30 subordinados dentro del sector comercio, y de 11 a 50 para los sectores industrial y de servicios. Por su parte, los negocios medianos cuentan con entre 31 y 100 (comercio), 51 a 100 (servicios) y 51 hasta 250 (industria), en tanto que las grandes empresas presumen tener al menos 101 empleados (comercio y servicios) o de 251 y más en el sector industrial.

Sojo Garza-Aldape aseguró también que, a diferencia de lo observado en la demografía tradicional, la esperanza de vida en los negocios obedece a una fórmula radicalmente opuesta: mientras más edad se tiene, mayor es la posibilidad de seguir operando.

A razón de esta postura y tomando en cuenta la llamada “tasa de mortalidad acumulada de las empresas”, 36 de cada 100 unidades económicas desaparecen en el primer año de operaciones; después de cinco años esta cantidad sube a 70, quedando solamente el 30%: “La tasa de mortalidad se reduce entre los negocios restantes, lo cual significa que -para nuestra economía e independientemente del tamaño y del sector- llegar a cinco años es un punto de inflexión para las empresas, mientras que solo 11 de cada 100 negocios en México podrían llegar a cumplir los 20 años de edad”, refirió el funcionario en aquella misma oportunidad.

 

Por: Norma Silvia Sánchez

Directora General de Grupo NYM

 

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